lunes, 29 de junio de 2015

Cómo arruinar una empresa en 10 días


Las malas decisiones tienen consecuencias terribles. No importa cuánto tiempo lleve una empresa o la cantidad de crisis que haya logrado sortear, una gestión inadecuada puede dirigirla a la ruina mucho más rápido de lo que piensas (aunque, acepto, 10 días es un poco exagerado). Si no quieres que tus sueños se derrumben debes estar consciente de las cosas a evitar. Toma nota:

Pon a gente inadecuada en puestos importantes

¿Eres de los que colocas a tus amigos como directores, subdirectores y gerentes? ¡Cuidado! Además de ser algo poco ético, puede llevarte directo al fracaso. Evalúa con sinceridad si las personas que están a cargo de las áreas clave de tu compañía son realmente efectivas y trabajadoras; si no lo son, es momento de cambiarlas. Ten mucho cuidado al elegir a aquellos que se encargarán de tomar decisiones y gestionar gente, pues de ellos depende, en buena parte, que tu empresa sea un éxito o se hunda en poco tiempo.

Gasta el dinero en cosas irrelevantes

No hay duda de que el manejo incorrecto de las finanzas es una de las primeras razones por las que un negocio fracasa…y los gastos excesivos e innecesarios pueden ser una cara sentencia de muerte. ¿Compraste televisiones nuevas y tu personal no tiene siquiera computadoras funcionales? ¿Pagaste miles de pesos por un nuevo logotipo (que no necesitabas) y tu servicio al cliente sigue siendo terrible? ¿Gastaste cientos en viáticos para visitar clientes que de antemano sabías que no te iban a comprar? Un buen emprendedor debe ser un buen financiero, o al menos alguien cuidadoso con el dinero. La falta de flujo de efectivo puede ser sumamente peligrosa para un negocio, y más cuando está en sus inicios. 

Deja que la “juntitis” afecte la productividad

¿Estas sufriendo de baja productividad laborar? ¿Y cuánto tiempo desperdicias en juntas sin sentido y sin resultados? Este “síndrome” es muy común en las organizaciones, y pocos se ponen a pensar cómo afectan el ritmo de trabajo. Si quieres que tu empresa genere resultados, debes tener procesos y medios de comunicación eficientes que reduzcan al máximo las juntas presenciales. Asimismo, procura que cuando te reúnas con tu equipo tengas metas bien establecidas, un tiempo de duración definido y la selección correcta de los asistentes.

Cae en la parálisis por análisis

¿Planeas y planeas pero no ejecutas? ¡Tienes un problema muy grave! De nada sirve la planeación si no es para actuar de manera contundente y definitiva. La parálisis por análisis puede acabar con tu empresa antes de lo que imaginas. Por un lado, tu competencia podría actuar mucho antes que tú, y, por otro, generas un clima de incertidumbre entre tu gente que no es nada positivo para su productividad. No permitas que el exceso de información te paralice; actúa y haz cambios sobre la marcha. 

No tomes decisiones (aunque sean difíciles)

¿No quieres despedir a un gerente porque lleva muchos años en la empresa? ¿Te da miedo quitar un producto que no funciona? ¿Temes a los cambios de cultura y a la implementación de nuevas estrategias? El directivo cobarde es uno de los más dañinos para las organizaciones modernas. Este tipo de personas no se atreven a tomar decisiones; sólo hablan y se quejan. Recuerda que ninguna decisión es completamente buena ni completamente mala; lo que sí es fatal es la incapacidad de tomar decisiones.

Rodéate de personas dañinas

Una empresa es su gente. Si tu empresa está llena de individuos que no tienen valores y que están dispuestos a dejar a un margen la ética por conseguir los resultados, te tengo una noticia: tarde o temprano tú compañía se derrumbará. Fíjate muy bien en la gente con la que trabajas, más allá de su currículum y de sus habilidades. Las personas generosas y con ganas de trabajar son mucho más valiosas que aquellas que sólo persiguen el dinero y el poder.

Desmotiva a la gente

De nuevo: lo más valioso que tiene una empresa son las personas que trabajan para ella. Si eres del tipo de directivo que promete y promete, pero nunca cumple, entonces es muy probable que tu equipo tenga la moral baja. Además, si no pagas sueldos competitivos, exiges de más, no das prestaciones y continuamente les llamas la atención, lo más seguro es que su productividad también sea deficiente. No te enfoques únicamente en los números, fíjate también en las personas. Evalúa cuál es el clima laboral de tu organización; si todo son quejas y malestares, es una señal casi segura de que vas directo al fracaso.

No innoves

Hasta la compañía más grande y exitosa puede caer si se mantiene estática. Ejemplos sobran: Kodak, Blockbuster, BlackBerry, etc. Nunca (¡nunca!) puedes “dormirte en tus laureles”. Si tu empresa es pequeña, aprovecha su tamaño para probar, innovar y hacer cambios. No limites la generación de ideas; por el contrario, impulsa la creatividad y la experimentación. En el competido mundo de negocios actual, la capacidad de innovación es elemental y es lo único que te permitirá seguir siendo relevante en el mercado.

No escuches al mercado

¿Crees saber lo que quieren tus clientes pero en realidad nunca escuchas lo que dicen? ¿Constantemente recibes informes sobre la situación del mercado pero aún no haces algún cambio para adaptarte? Uy, uy, uy. Recuerda: sin clientes no hay negocio, y la mejor manera de encontrarlos y asegurarlos es escuchar con atención lo que dicen de ti y de tus competidores (en redes sociales, internet, tiendas, etc). Sólo así descubrirás áreas de mejora y oportunidades de negocio.

No te involucres

Como CEO o fundador de una empresa, tu presencia es esencial para que funcione y cumpla con la visión que planteaste. No importa si tienes una organización totalmente funcional, donde hayas delegado las principales tareas y cada quien sepa lo que debe hacer (¡bien por ti si ya lo lograste!): tienes que estar presente. Primero, para asegurarte que se vivan los valores y la cultura empresarial sea la que soñaste; segundo, para evaluar a tu personal y entender cuáles son sus deseos y frustraciones; y tercero, por tu bien como emprendedor, nunca te alejes de tu proyecto.

Buenas prácticas para convertirse en un gran CEO


Mucha gente puede ocupar altos cargos dentro de una empresa, especialmente cuando la empresa es propia, sin embargo, convertirse en un gran CEO, acrónimo de “Chief Executive Officer” o, lo que es lo mismo, Director General, no es un camino sencillo.

Cuando lideras tu propia compañía, sea en solitario o con la colaboración de otros socios, uno de los cargos que puedes llegar a desempeñar es el de Director General. Cuando aceptas este puesto asumes una gran responsabilidad. Además de ser la cabeza visible de la empresa y uno de sus máximos representantes, te conviertes en el nexo de unión entre la empresa y el exterior.

De tus conocimientos, habilidades y destrezas, dependerá que seas un simple director más o te conviertas en un gran CEO al que todos admiran y respetan.

Funciones de un CEO

Ejercer las funciones de CEO puede parecer muy sencillo, de cara al exterior, sin embargo, esto no es en absoluto cierto. Dirigir una compañía conlleva tiempo, sacrificios y una gran carga que no todo el mundo es capaz de soportar.
Entre las múltiples funciones que tienen que ejercer los Directores Generales están:

1.    Tomar decisiones. La principal función de todo CEO es la toma de decisiones. Diariamente se tendrá que enfrentar a situaciones diversas donde tendrá que elegir entre una u otra opción. Desde elegir qué tipo de empresa desea, su estructura, su organización, definir los objetivos, desarrollar las estrategias más adecuadas para alcanzarlos, seleccionar a las personas que van a formar parte de su equipo de trabajo, o los perfiles que deben cumplir, arriesgarse a aceptar negocios o rechazar propuestas hasta decisiones más banales.

2.    Representar a la compañía. Es, sin duda, una de las funciones clave, aunque la menos valorada. Un CEO representa a la compañía para la que trabaja, por lo que debe ser coherente con ella y cuidar que su imagen y actos sean acordes con los valores , filosofía y cultura de la empresa que representa.

3.    Comunicar e informar. Como Director, es la persona responsable de conocer todo lo que acontece en la empresa y de comunicárselo a los demás. Debe informar a su equipo de los objetivos que se han programado, de las estrategias y métodos a utilizar, de los recursos que disponen, los avances, dificultades, errores y aciertos, además, también debe motivarles, asesorarles y comentarles todo aquello que pueda resultar necesario o de interés para el correcto desempeño de sus funciones. No obstante, no sólo debe comunicarse con su equipo, también es responsable de comunicarse e informar a clientes, proveedores, inversores y colaboradores.

4.    Cuadrar las cuentas. La gestión económica es otro de los retos a los que debe enfrentarse el Director General. A pesar de contar con equipos de asesores que lleven la contabilidad y finanzas, el Director debe conocer las cuentas de su empresa, entenderlas y tomar decisiones acertadas para que la economía de la empresa no se convierta en un problema

¿Qué hacer para convertirse en un gran CEO?
Lo que diferencia a un Director cualquiera de un gran CEO, es su forma de actuar día a día. Si entre tus objetivos se encuentra el de mejorar como CEO, aquí tienes una lista de algunas buenas prácticas que puedes poner en marcha para conseguir tu fin:

-Acepta tus responsabilidades.
·         -Comparte y transmite la cultura corporativa.
·        - Predica con el ejemplo.
·         -No te resistas al cambio.
·         -Medita tus decisiones.
·         -Arriésgate, no tengas miedo a equivocarte.
·         -Sé creativo.
·         -Trabaja en equipo.
·         -Cree en tu equipo y cuida de él.
·         -Delega responsabilidades.
·        - Comparte tus conocimientos con tu equipo. Conviértete en su mentor.
·         -Pide asesoramiento y ayuda siempre que lo necesites
·         -Escucha con atención.
·         -Resuelve los conflictos antes de que estallen.

Comienza a ejercitar estas acciones y verás cómo pronto serás apreciado como un gran CEO.

martes, 23 de junio de 2015

Vuelve a besar a ese espejo que te refleja

¿Te han dicho que eres fe@?


La presión es absoluta, casi asfixiante. Hasta hace poco era un problema prácticamente reservado a las mujeres, pero hoy afecta a los hombres en la misma medida. Aunque parezca sorprendente, estoy hablando de belleza. O mejor dicho, del ideal de belleza como objetivo prioritario, esa meta inalcanzable que nos ha convertido en esclavos absolutos, en inconformistas natos y casi en depresivos en potencia.

Si abrimos un poco los ojos, si analizamos con más detenimiento todos los elementos que nos rodean, podremos entender por qué hemos llegado hasta aquí, ya que rápidamente caeremos en la cuenta que desde que nos levantamos hasta que nos metemos en la cama, nos inundan, nos bombardean con ideales de belleza, de atractivo irresistible, de sexo sin límites, de sensualidad abrumadora, de erotismo sin medida, de delgadez extrema Siempre en busca de la perfección del cuerpo… Y no, la perfección no existe, o por lo menos no es eso, así que cambiemos de objetivo y dejemos de buscarla en escaparates.

Los alimentos integrales los protagonizan modelos maravillosas, (que lo último que necesitan es adelgazar), los anuncios de perfumes son el paraíso de la belleza, de las poses imposibles y de las frases absurdas (habitualmente en francés); los aparatos mágicos adelgazantes son mostrados al público por hombres que parecen necesitar un descanso del gimnasio más que perder peso; los coches, los helados, los smartphones de última generación, los centros comerciales, las clínicas dentales con sonrisas perfectas... Todos los sectores, o casi todos, utilizan a personas bellas o muy bellas para tratar de vender sus productos.

Lejos del mundo de la publicidad ocurre lo mismo. Si paramos un segundo en un kiosko, podremos reconocer en las portadas de casi todas las publicaciones el uso abusivo de Photoshop para estilizar o hacer más bellos o atractivos a las, o los, modelos que ya de por sí lo son. Y las pocas revistas que no lo hacen no atienden a razones de ética precisamente, deciden no retocar porque su éxito radica en reírse de los pequeños ‘defectos’ de los famosos, incluyendo viñetas despectivas o flechas que señalan celulitis, estrías o barrigas.

Ya no nos extraña porque estamos acostumbrándonos, o nos han programado poco a poco para ello, a reírnos de los pequeños defectos, a hacer mofa del menos agraciado, cuando la belleza física es tan traicionera que siempre, sin excepción, acabará abandonándonos a todos.

Toda esta locura que nos rodea se ve reflejada en los alarmantes datos que aporta la psicóloga especializada en el estudio de la salud, Phillipa Diedrichs: Más de 10.000 personas acuden cada mes al buscador Google para teclear lo siguiente: ¿soy feo?; seis de cada diez niñas no hacen cosas relevantes para su desarrollo porque se sienten feas; el 31% de los alumnos no se atreve a participar en clase por miedo a que critiquen su aspecto, mientras que el 17% de las mujeres deciden no ir a una entrevista de trabajo si ese día no se sienten cómodas con su apariencia. Este tipo de datos sí son feos.

Como recuerda Meaghan Ramsey, directora de la firma de cosméticos Dove, (una de las pocas compañías que decidieron realizar campañas en defensa de las proporciones reales de la mujer), casi todos durante la infancia damos besos al espejo cuando nos vemos reflejados, pero hay algo que cambia con los años, y ese mismo espejo comienza a convertirse en enemigo.  

En ese periodo de transición entre gustarnos y no tanto, la tarea de los padres es esencial a la hora de construir en los niños una autoestima vigorosa, donde evitar  los comentarios despectivos hacia el físico o no exaltar ídolos de calendario se convierte en esencial.

Pero esta reflexión no es contradictoria con el hecho de cuidar la imagen como un aspecto muy importante de nuestra vida y nuestra salud, pero sin que se sitúe en lo alto del podio de las prioridades vitales, ya que solo nos puede traer problemas.
Cuba quizá no sea un modelo a seguir como país en algunos aspectos, pero en este sentido sí lo es. En un territorio donde no existe la publicidad como la entendemos en Europa, la gente ha aprendido a gustarse y a quererse tal como son desde muy pequeños. La gran mayoría crece sintiendo orgullo por el cuerpo en el que le ha tocado vivir y esa virtud les proporciona una gran seguridad en sí mismos. Y es ahí cuando esa cualidad se convierte en seducción, se convierte en poder.

Precisamente sobre este aspecto, la polifacética Chen Lizra (bailarina, conferenciante, emprendedora…) pone el foco en la importancia de la seducción, por encima del culto a la belleza. Para Lizra la seducción se puede convertir en “una herramienta vital, porque todos tenemos el poder de seducir, solo hay que sacarlo. El concepto de seducir, siempre asociado de forma negativa a la sexualidad, debe cambiarse al lado positivo, que lo tiene. Es como el dinero, puede ser bueno o malo, dependiendo de cómo lo uses, pero la seducción asociada a la lealtad e integridad, y al cuándo y cómo adecuado, es un arma valiosísima”.

Chen Lizra pone en valor la seducción porque, afirma, es una mezcla de confianza y autoestima a la hora de conseguir lo que queremos, condimentada con control del lenguaje corporal e incitación. Este último punto es, además de en el plano personal, realmente importante en algunas profesiones relacionadas con la publicidad o el marketing, ya que saber seducir al cliente o al consumidor es un arte que diferencia a una empresa de otra en su camino al éxito.

El cantante Rosendo afirmó hace un tiempo que no se cambiaría por nadie a pesar de su etiqueta de poco agraciado porque mi fealdad es muy mía, estoy orgulloso de ser feo”. Seamos como somos, intentemos mejorar, estar sanos y busquemos la belleza con cabeza, pero antes de nada, seduzcámonos a nosotros mismos porque así podremos seducir al mundo sin mirarnos en el espejo que nos impongan. Porque la belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora.

Fuente:

Estrategias del ajedrez para la vida y los negocios. | Management | Articulos y casos de estudio

Estrategias del ajedrez para la vida y los negocios. | Management | Articulos y casos de estudio