Las malas
decisiones tienen consecuencias terribles. No importa cuánto tiempo lleve una
empresa o la cantidad de crisis que haya logrado sortear, una gestión
inadecuada puede dirigirla a la ruina mucho más rápido de lo que piensas
(aunque, acepto, 10 días es un poco exagerado). Si no quieres que tus sueños se
derrumben debes estar consciente de las cosas a evitar. Toma nota:
Pon
a gente inadecuada en puestos importantes
¿Eres
de los que colocas a tus amigos como directores, subdirectores y gerentes?
¡Cuidado! Además de ser algo poco ético, puede llevarte directo al fracaso. Evalúa con sinceridad si las personas que
están a cargo de las áreas clave de tu compañía son realmente efectivas y
trabajadoras; si no lo son, es momento de cambiarlas. Ten mucho cuidado al
elegir a aquellos que se encargarán de tomar decisiones y gestionar gente, pues
de ellos depende, en buena parte, que tu empresa sea un éxito o se hunda en
poco tiempo.
Gasta el dinero en cosas irrelevantes
No hay duda de que el manejo incorrecto de las
finanzas es una de las primeras razones por las que un negocio fracasa…y los gastos excesivos e innecesarios pueden ser una
cara sentencia de muerte. ¿Compraste televisiones nuevas y tu personal no tiene
siquiera computadoras funcionales? ¿Pagaste miles de pesos por un nuevo
logotipo (que no necesitabas) y tu servicio al cliente sigue siendo terrible?
¿Gastaste cientos en viáticos para visitar clientes que de antemano sabías que
no te iban a comprar? Un buen emprendedor debe ser un buen financiero, o al menos
alguien cuidadoso con el dinero. La falta de flujo de efectivo puede ser
sumamente peligrosa para un negocio, y más cuando está en sus inicios.
Deja que la “juntitis” afecte la
productividad
¿Estas
sufriendo de baja productividad laborar? ¿Y cuánto tiempo desperdicias en
juntas sin sentido y sin resultados? Este “síndrome” es muy común en las
organizaciones, y pocos se ponen a pensar cómo afectan el ritmo de trabajo. Si
quieres que tu empresa genere resultados, debes
tener procesos y medios de comunicación eficientes que reduzcan al máximo las
juntas presenciales. Asimismo, procura que cuando te reúnas con tu equipo
tengas metas bien establecidas, un tiempo de duración definido y la selección
correcta de los asistentes.
Cae en la parálisis por análisis
¿Planeas
y planeas pero no ejecutas? ¡Tienes un problema muy grave! De nada sirve la
planeación si no es para actuar de manera contundente y definitiva. La
parálisis por análisis puede acabar con tu empresa antes de lo que imaginas. Por
un lado, tu competencia podría actuar mucho antes que tú, y, por otro, generas
un clima de incertidumbre entre tu gente que no es nada positivo para su
productividad. No permitas que el exceso
de información te paralice; actúa y haz cambios sobre la marcha.
No tomes decisiones (aunque sean
difíciles)
¿No
quieres despedir a un gerente porque lleva muchos años en la empresa? ¿Te da
miedo quitar un producto que no funciona? ¿Temes a los cambios de cultura y a
la implementación de nuevas estrategias? El
directivo cobarde es uno de los más dañinos para las organizaciones modernas.
Este tipo de personas no se atreven a tomar decisiones; sólo hablan y se
quejan. Recuerda que ninguna decisión es completamente buena ni completamente
mala; lo que sí es fatal es la incapacidad de tomar decisiones.
Rodéate de personas dañinas
Una
empresa es su gente. Si tu empresa está llena de individuos que no tienen
valores y que están dispuestos a dejar a un margen la ética por conseguir los
resultados, te tengo una noticia: tarde o temprano tú compañía se derrumbará.
Fíjate muy bien en la gente con la que trabajas, más allá de su currículum y de
sus habilidades. Las personas generosas
y con ganas de trabajar son mucho más valiosas que aquellas que sólo persiguen
el dinero y el poder.
Desmotiva a la gente
De
nuevo: lo más valioso que tiene una empresa son las personas que trabajan para
ella. Si eres del tipo de directivo que promete y promete, pero nunca cumple,
entonces es muy probable que tu equipo tenga la moral baja. Además, si no pagas
sueldos competitivos, exiges de más, no das prestaciones y continuamente les
llamas la atención, lo más seguro es que su productividad también sea
deficiente. No te enfoques únicamente en los números, fíjate también en las
personas. Evalúa cuál es el clima laboral de tu organización; si todo son
quejas y malestares, es una señal casi segura de que vas directo al fracaso.
No innoves
Hasta
la compañía más grande y exitosa puede caer si se mantiene estática. Ejemplos
sobran: Kodak, Blockbuster, BlackBerry, etc. Nunca (¡nunca!) puedes “dormirte
en tus laureles”. Si tu empresa es pequeña, aprovecha su tamaño para probar,
innovar y hacer cambios. No limites la generación de ideas; por el contrario,
impulsa la creatividad y la experimentación. En el competido mundo de negocios
actual, la capacidad de innovación es elemental y es lo único que te permitirá
seguir siendo relevante en el mercado.
No escuches al mercado
¿Crees
saber lo que quieren tus clientes pero en realidad nunca escuchas lo que dicen?
¿Constantemente recibes informes sobre la situación del mercado pero aún no
haces algún cambio para adaptarte? Uy, uy, uy. Recuerda: sin clientes no hay
negocio, y la mejor manera de encontrarlos y asegurarlos es escuchar con
atención lo que dicen de ti y de tus competidores (en redes sociales, internet,
tiendas, etc). Sólo así descubrirás áreas de mejora y oportunidades de negocio.
No te involucres
Como
CEO o fundador de una empresa, tu presencia es esencial para que funcione y
cumpla con la visión que planteaste. No importa si tienes una organización
totalmente funcional, donde hayas delegado las principales tareas y cada quien
sepa lo que debe hacer (¡bien por ti si ya lo lograste!): tienes que estar
presente. Primero, para asegurarte que se vivan los valores y la cultura
empresarial sea la que soñaste; segundo, para evaluar a tu personal y entender
cuáles son sus deseos y frustraciones; y tercero, por tu bien como emprendedor,
nunca te alejes de tu proyecto.
Fuente: www.soyentrepreneur.com