domingo, 15 de mayo de 2016

Las claves para lograr la felicidad, según la Universidad de Harvard


Cultivar relaciones profundas es primordial para sentirse plenos, dice estudio de la universidad.

No es una decisión fácil. Y muchas veces las personas pueden engañarse respecto de lo que es importante hacer para llevar una vida que las haga felices.
Lo más frecuente es buscar el camino rápido: enfocarse en ganar dinero, fama y poder. Pero los estudios realizados en diversos países muestran que esta opción materialista no da los resultados esperados. Por el contrario, una vez que las personas ya tienen satisfechas sus necesidades básicas, aunque ganen mucho más dinero o alcancen notoriedad, su felicidad no aumenta y, en algunos casos, disminuye.
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Uno de estos trabajos se ha convertido en un clásico. El llamado ‘Estudio del desarrollo adulto’, que ha seguido por 78 años a más de 700 hombres, a los que después se agregaron algunas esposas y ahora a los hijos, y que realiza la Universidad de Harvard.
En este seguimiento se demostró que más importante que los aspectos materiales, la clave para tener una vida feliz reside en las relaciones que se cultivan, ya sea de pareja, de amistad o de familia.
Y lo primordial no es tanto la cantidad, si no la calidad de estas relaciones. En estos vínculos, más allá de los altos y bajos, las discusiones y las diferencias, lo crucial es sentir un respaldo y apoyo incondicional por parte del otro. Algo que también se asocia a una salud duradera y a un mayor bienestar de la persona.
Lazos constructivos
Hoy el estudio está a cargo de su cuarto director, el doctor Robert Waldinger, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard, quien advierte que a pesar de que estos resultados se han publicado en revistas académicas, “la mayor parte de la gente desconoce estos hallazgos”.
Los estudios sobre felicidad han surgido desde fines de los años 90, de la mano de la llamada psicología positiva. Al contrario de la psicología tradicional que estudia el dolor y la anormalidad, esta disciplina se dedica a investigar los factores que favorecen una vida feliz.
Martin Seligman es uno de sus pioneros. “Él plantea que ni el dinero ni la fama, ni el atractivo físico ayudan en esto”, dice el psicólogo y profesor de la Universidad Mayor, Rodrigo Brito. “Lo importante es cultivar relaciones constructivas, que nos permiten crecer, apoyándonos mutuamente con otros”, agrega.
“Las personas más felices les dan más importancia a los aspectos más intrínsecos de sus objetivos de vida, como son su relación con otras personas, con el ambiente y la naturaleza”, sostiene Wenceslao Unanue, psicólogo y codirector del diplomado en Felicidad Organizacional de la U. Adolfo Ibáñez.
“Desde el punto de vista evolutivo es lógico que las relaciones cercanas hayan ayudado a la especie humana a ser lo que es. Son las emociones positivas, como la empatía, el cariño y el amor las que permiten lubricar las relaciones sociales para una buena convivencia”, explica Claudio Ibáñez, psicólogo y director ejecutivo del Instituto de Psicología Positiva. “La clave del éxito no es individual, sino de grupo, y eso los chilenos sabemos que es importante para enfrentar tragedias como los terremotos”, agrega.
Según Brito, “lo que vemos es que la gente vive en una fiebre creciente de productividad, rendimiento, de cómo ganar más plata y las relaciones se han ido haciendo más instrumentales. Se ha descuidado el tiempo libre, las relaciones interpersonales gratuitas y la disponibilidad hacia el otro”.
En el aspecto laboral, Unanue dice que predomina una visión materialista. “Esto se traduce en estar esperando que se termine luego la jornada, que me paguen lo más posible y olvidarme del trabajo apenas salgo”, dice.
Ibáñez llama a no confundir las relaciones positivas y constructivas, con relaciones ausentes de dificultades, de conflictos y de discusiones, ya que esto último se ve en toda relación de pareja, de trabajo, de escuela o en cualquier equipo humano. “Lo que sí tiene que haber es un predominio claro y neto de las emociones positivas por sobre las negativas. El saber que necesitamos al otro y que vamos a contar con él”.
Por último Unanue destaca que, comparativamente, en el ámbito de estas relaciones constructivas, los estudios muestran una diferencia entre los países.
“Los británicos, por ejemplo, dan mucha importancia a los vínculos con sus amigos”, mientras que a los latinos les importa más sus relaciones familiares.
La edad influye en la felicidad

La época más feliz de las mujeres está entre los 15 y 39 años, mientras que los hombres se sienten más plenos después de los 55 años. Es decir que “con el paso de los años, son un poco más felices los hombres y menos felices las mujeres” asegura Carlos Lemoine, investigador y presidente del Centro Nacional de Consultoría, según el Barómetro Global de la Felicidad, Optimismo, y Esperanza en la Economía del 2016.

viernes, 13 de mayo de 2016

Estrés: asesino silencioso que paraliza al profesional

El estrés crónico es muy habitual y afecta a la salud del trabajador y a su productividad, convirtiéndose en la mayor epidemia laboral del siglo XXI

La ansiedad o la depresión afectan al 24,6% de la población adulta en el mundo. El estrés es ya la segunda causa de los problemas de salud relacionados con el trabajo
Sudoración, palpitaciones, temblores, taquicardia, mareo, nauseas, molestias estomacales, sequedad bucal, dolor de cabeza, intranquilidad motora Si tiene alguno de estos síntomas tal vez sufra estrés, un problema que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado como ‘epidemia global’ y que encuentra en los entornos laborales su caldo de cultivo.
Diversos estudios indican que el estrés es ya la segunda causa de los problemas de salud  relacionados con el trabajo. Patologías como depresiones, dolencias cardiacas, alteraciones cardiovasculares, lesiones musculares, problemas isquémicos o dermatológicos pueden tener su origen o verse agravadas por culpa del estrés.
En 1956 el fisiólogo y médico austrohúngaro Hans Selye tomó prestado el término de la física y la mecánica –donde el stress mide la resistencia de los materiales- para denominar un cuadro clínico que él definió como “la respuesta general del organismo ante cualquier estímulo o situación estresante”. Una definición que ya sugiere que este fenómeno no tiene por qué ser necesariamente nocivo.
El estrés es un mecanismo que nos mantiene alerta y nos estimula psicológicamente para enfrentarnos a los problemas. Aumenta la creatividad, nos impulsa a tomar la iniciativa y a que respondamos eficientemente ante situaciones cotidianas. Un punto de estrés en nuestra vida es saludable porque mantiene alta la atención y aumenta la productividad. Nos da esa ‘vidilla’ tan útil, por ejemplo, cuando hay que hablar en público o trabajamos con plazos ajustados.
¿Cómo funciona este mecanismo?
Ante un estímulo externo nuestro organismo reacciona de dos maneras posibles: huida o defensa. Los problemas llegan cuando las demandas del estrés superan el umbral de lo que estamos preparados para afrontar. El estrés se convierte entonces en un asesino silencioso que paraliza al profesional. Una mayor auto exigencia en el trabajo o la presión excesiva de los directivos provoca un aumento de la tensión psicoemocional. Se produce entonces un desbordamiento emocional en la persona, cansancio mental y ansiedad.

Detonantes de las crisis

Las relaciones humanas y las fricciones del día a día son una de las principales fuentes de esta afección. Un correo electrónico o una llamada telefónica pueden ser el detonante de una crisis.
¿Cómo se combate?
Por un lado, aprendiendo a gestionar los pensamientos generadores de ansiedad y reeducando los patrones de conducta, y, por otro, identificando los factores desencadenantes.
Inteligencia emocional, empatía, asertividad y una comunicación fluida formarían parte de esa receta básica anti estrés, ya que, el trabajo se gestiona mejor si se gestionan adecuadamente la emociones y los pensamientos.
Los compañeros y jefes tóxicos, también son un peligroso acelerador de esta dolencia. El estrés es contagioso, por esta razón, se recomienda elegir cuidadosamente las conversaciones en las que se participa en el trabajo. Si nuestros compañeros son de los que se pasan la hora de la comida quejándose de lo mal que va todo, más vale cambiarse mesa o comer solos. El sentido del humor es otro eficaz antídoto. Ante situaciones de muchos nervios, una broma puede ayudar a rebajar la tensión.
Por su tipo de actividad, existen algunos colectivos más proclives a padecer estrés laboral. Profesores de secundaria o personal sanitario entrarían en esta categoría. También aquellas profesiones que trabajan de cara al público o las consideradas peligrosas como bomberos o policías, si bien, éstas últimas gestionan mejor sus niveles de estrés gracias a la actividad física que despliegan.
Por categoría profesional, los mandos intermedios son un grupo especialmente vulnerable debido a que sufren, por un lado, la presión de sus superiores y, por otro, las quejas de sus subordinados.
En cuanto a la edad, las personas mayores tienen más experiencia y llevan mejor el estrés puntual. En cambio, son más propensas a sufrir el síndrome de burnout (quemado). Mientras que con los jóvenes sucede lo contrario: soportan peor los picos de ansiedad, pero son más resistentes en el largo plazo.
Pero si el estrés es devastador para la salud de las personas, también puede poner en serios aprietos a las empresas. Tener empleados estresados significa duplicar los días de baja de la plantilla. Y no se trata únicamente de los síntomas físicos; a nivel emocional el trabajador también se ve seriamente afectado, lo que se traduce en una merma en su rendimiento. Se modifica el estado de ánimo y el comportamiento. Incrementa la inseguridad y las dificultades para concentrarse o tomar decisiones.
Con el objetivo de frenar el estrés de sus empleados, cada vez más empresas ponen en marcha los llamados PROGRAMAS DE BIENESTAR o wellness, que persiguen fomentar una cultura de hábitos saludables dentro de la compañía. Se trata de crear entornos agradables para el trabajo y que posibiliten una gestión inteligente del estrés para así evitar la necesidad de un tratamiento médico.

Fomentar el ejercicio físico moderado forma parte de esta labor de sensibilización, porque hay una relación directa entre el bienestar físico y la productividad. Los empleados que practican una actividad física de forma habitual tienen mayor resistencia y están más capacitados para gestionar situaciones de estrés laboral.