jueves, 29 de octubre de 2015

No matemos las reuniones antes de iniciarlas..!


El objetivo de una reunión es interactuar entre un grupo de personas; con el fin de alcanzar un compromiso hacia un objetivo determinado, pudiendo ser éstos de diferente índole.
Se realizan con el fin de: Informar, para resolver incidencias, para coordinar a los equipos; así como para el seguimiento de la actividad y para analizar la puesta en marcha de estrategias. El fin es que todo funcione a través de la toma de decisiones y los compromisos adquiridos por las personas que intervienen en ellas.
A veces se nos olvida y de ahí que muchas reuniones nazcan ya muertas…
Me atrevo a decir, por mi propia experiencia, que algunas fracasan por como son concebidas desde un principio y otras por la actitud de las personas que intervienen en ellas.
Problemas más habituales de concepción inicial:
·         Nos reunimos mucho más de lo que es necesario. Incurrimos, además, en el error de alargarlas en exceso, lo que produce mucha frustración ya que estamos ante la sensación de que perdemos un valioso tiempo que podría estar empleado en algo más productivo, seguro.
·         No seleccionamos bien al público objetivo que debe asistir: Quien no suma y aporta valor no debe ir.
·         Cometemos el error de incluir a personas por una cuestión de rango, pensando en que le interesará. Quizá por querer lucirnos; por el contrario, a veces, no les invitaríamos pero tememos que se enfaden… Es un grave error: las reuniones son para “Hacer y avanzar” y el tiempo de las personas es sagrado.
·         La falta de preparación… Asistimos a reuniones porque nos llaman, pero a veces ni tan siquiera sabemos cuáles son los temas a tratar ni el orden del día… Desconocemos qué debemos preparar nosotros. La falta de dirección y procedimiento convierten un encuentro necesario en algo completamente inútil dónde no se llega a acuerdos, ni a compromisos.
·         La falta de puntualidad… Ahí están los de siempre, jugando con el tiempo de los demás y con la productividad de la empresa… Por no decir de aquellos que no solo llegan tarde sino que además no tienen intención alguna de asistir.
Problemas de actitud ante una Reunión:
Voy a tratar el tema en clave de humor, aunque estoy seguro de que vais a reconocer a unos cuantos….
·         El Narcisista: Enamorado de todo aquello que piensa y sale por su boca. Aquel que se cree en posesión de la verdad más absoluta; que cree que tiene siempre razón porque sabe más que nadie sobre el tema tratado; y, que cuando tú opinas, te mira por encima del hombro pensando… “ya está éste tocando las narices de nuevo…
·         El Pasota: Éste es el que siempre dice sí a todo… Su fin principal es que se acabe pronto y su fin último es seguir con su jornada como si nada hubiera pasado. Para él, seguir el rollo a los demás y después hacer lo que le da la gana, es su norma
·         El Cenizo: Esas personas de talante negativo dispuestos a discrepar sobre todo, aunque no haya un motivo de peso para hacerlo. Son los de: “los pero…” “esto no funcionará” “otros han fracasado en el intento”.
·         El invisible: Está pero intenta pasar desapercibido. Son los que, aunque se pusieran una bolsa en la cabeza, nadie repararía en ellos. Solo escuchan, no se mojan con nada. Son verdaderas momias incapaces de pronunciarse; pero que después alimentan los cotilleos por los pasillos una vez acabada la reunión.
·         El “Monologuista” interminable: Es el que, cuando empieza a hablar nunca sabes cuándo va a dejar de hacerlo. Un monopolizador nato del tiempo; que no escucha y no se deja interrumpir porque disfruta oyéndose a sí mismo, una y otra vez. Reiterando su discurso. Es de los que te dicen eso de: ¿Me entiendes lo que te quiero decir? ¿Me he explicado bien? Y aunque nadie le conteste o pregunte, vuelve a explicarlo.
·         El incendiario: Esa persona que no conoce la gama de grises. Es, o todo blanco o todo negro. Lleva todo a un nivel de exageración exacerbada. Es el que, cuando más concentración y talante se necesita, prende la llama de la discordia.
·         El Dios: Hacer no hace mucho, pero su prepotencia y autosuficiencia surca los mares. Es el que te dice: “¡Ya imaginaba que no resultaría!” “Yo ya sabía que esto iba a acabar así” “Yo ya os lo había advertido”.
·         El Cuerpo: Esas personas que asisten pero que en ningún momento están. Me explicaré: son aquellos que están pensando en otra cosa y que cuando les preguntas, te dicen: “Lo siento, ¿me lo puedes repetir, otra vez?.
·         El Innovador inverso: El que quiere explicar las ideas de los demás después de que ya han sido expuestas. Aportar no aporta, pero hace unos “remembers” efecto “Déjà vú” ¡Que son lo más!
¿Te has identificado en algún momento? 
¿Has visto a algún compañero retratado en cualquier perfil?
Si es así te invito a reflexionar;  a hablarlo con ellos también, porque en esta vida todo se puede mejorar. No sólo hay que estar si no aportar valor añadido.

Autora: Eva Collado Durán
http://www.evacolladoduran.com/2015/10/344/

miércoles, 14 de octubre de 2015

¿No has ido a la Universidad?... Te felicito!

Si no has tenido la oportunidad o la capacidad de ir a la Universidad, puede ser que este hecho sea más beneficioso que perjudicial. Verás, el sistema educativo es tan malo en términos de desarrollar a los individuos que ir a la Universidad, obtener un certificado académico, puede, y así es en muchos casos, hacerte fracasar miserablemente en la vida.

Alrededor del mundo, los estudiantes universitarios acumulan miles de dólares en deudas completamente innecesarias. La duración de los cursos universitarios están diseñados de acuerdo a la conveniencia de los profesores en lugar de la de los estudiantes, y al final, ellos terminan pagando por esto.

En América Latina los cursos de siete años no son poco comunes y las deudas que los estudiantes acumulan por estos cursos son verdaderas deudas a diferencia de otros países. Así que si un estudiante no puede cubrir los créditos estudiantiles, sus historiales crediticios se ven perjudicados y con ello su capacidad de obtener una hipoteca, etc.

Es necesario un cambio de mentalidad en todos los países alrededor del mundo. Los cursos necesitan ser reducidos a la mitad para que los estudiantes puedan salir más pronto al mundo real con una deuda menor y la capacidad de comenzar a ganar.
La realidad es que si pones todas tus esperanzas de vida en algo externo a ti, un título académico, una persona, un político, etc., vas en camino directo a la decepción.
El problema es que nos han vendido por generaciones que un grado académico terminaría con tus problemas y, al igual que con el Coeficiente Intelectual, nos han engañado.
Las estadísticas dicen sin duda que las personas con grado universitario consiguen trabajo más fácilmente, con lo que la primera conclusión es que, para conseguir trabajo, se requiere forzosamente un grado universitario.
Un estudio de 1950 encontraba, también categóricamente, que la mayoría de las posiciones ejecutivas empresariales de los Estados Unidos poseían un CI superior a la media, con lo que se concluye que sólo las personas de alto CI tienen acceso a puestos elevados en las organizaciones.
A partir de este conocimiento se popularizaron e institucionalizaron las pruebas de medición del CI, mandando a la banca de deprimidos a todos aquellos que no resultaban genios.
En realidad, lo que ocurría es que las empresas privilegiaron por años la contratación de personas basados en los resultados de las pruebas de medición del CI y no de sus capacidades personales en aspectos, como se ha probado recientemente, mucho más significativo, tales  como la Inteligencia Emocional.
Esto sucede aún en la actualidad. Incluso aquellos niños que puntúan alto en las pruebas de medición del CI son motivo de enorme alegría en los padres de la criatura, aunque a veces el conflicto se da en definir de cuál de los dos, padre o madre, fue heredado el prodigioso intelecto.
Con el asunto del empleo puede estar pasando, de hecho yo estoy seguro que así es, lo mismo que con el CI, que a la hora de contratar por parte de las empresas y ante la enorme cantidad de candidatos, una sencilla forma de eliminar personas es utilizar el grado universitario, máster o doctorado como filtro.
La triste realidad es que no se sabe quién va a funcionar mejor en el puesto solicitado y se asume, basado en condicionamiento social, que el que más grados tiene mejor lo hará.
Vamos, cualquiera que echase un vistazo a las noticias de economía o política de hoy en día en casi todas las latitudes del mundo se daría cuenta inmediatamente de que el mundo está regido o dirigido por retrasados mentales.
Ya los norteamericanos en los años 80 se dieron cuenta de que sus políticas de contratación de altos ejecutivos basadas en el CI habían llevado a los Estados Unidos a una posición de enorme debilidad industrial frente a los países asiáticos.
Nuestro culto por los grados universitarios nos lleva a creer en países como España que un profesor universitario puede llevar las riendas del país hacia la solvencia social, económica y moral.
Un profesor que, probablemente, cree que contar con alumnos a quienes no les queda más remedio que sonreír a sus desgastadas expresiones es garantía de que en el país se va a encontrar con lo mismo. Como cualquier otro profesor del mundo, solo pueden demostrar absoluta intolerancia ante la disidencia o las ideas diferentes
En resumen, le insistimos a nuestros hijos hasta el cansancio de que si no tienen estudios universitarios certificados no tendrán nada parecido al éxito en el mundo, percibimos claramente que sólo los de más estudios y grados son contratados independientemente de sus capacidades humanas personales y observamos con estupor que la sociedad entera se está yendo al caño gracias a las decisiones de estos genios.
Quiero dejar claro que estoy totalmente a favor de la obtención de grados académicos, ya sea un Máster, Doctorado o lo que sea que quieran y puedan lograr.
¿Entonces? Aclaro, la Universidad daña si:
1.       Es considerada el fin de los estudios y no un medio.
2.       Si persiste el deplorable sistema de estudios basado en la acumulación de conocimientos, con cerca de quinientos años de obsolescencia.
3.       Si terminas por identificarte con el título, disminuyendo así tu verdadero valor y ser.
4.       Si pensamos que con eso se resuelven todos los problemas de nuestra vida.
5.       Si nos olvidamos de que el conocimiento en cualquier rama se duplica al menos cada 22 meses, por lo que si no aprendemos a aprender estamos gastando inútilmente tiempo y dinero.
6.       Si perdemos de vista que, en cualquier grado técnico, al acabar el tercer año, todo lo que aprendimos en los dos anteriores ya es obsoleto.
7.       Si nos olvidamos de que al terminar de estudiar es altamente probable que los puestos de trabajo que existían al empezar ya no existan.
8.       Te lleva casi irremediablemente hacia un empleo, de esos que cada vez son más escasos y de esos que solo te van a convertir en un esclavo mal pagado del siglo XXI. Además, hace que te conformes con mucho menos de lo que realmente puedes lograr y disfrutar.
9.       Si pensamos que un grado o título universitario nos convierte en alguien superior a otro ser humano.
Por todo esto, y seguro que algo más, es que estudiar en la Universidad puede dañar.
Y hay un grupo de personas que lo están haciendo muy bien en el mundo, en la sociedad, y que no gozan precisamente de intelectos envidiables. No carecen de Intelecto, no, pero en lo que muestran maestría es en habilidades emocionales y sociales.
¿Cuáles son estas habilidades? Los estudios indican que capacidades tales como la persuasión, la habilidad para trabajar en equipo, saber comunicarse con precisión y claridad, tener espíritu de servicio, ser empático, el liderazgo, la cooperación con las metas de grupo, la asertividad, etc., forman parte de las esenciales habilidades emocionales de los individuos con Inteligencia Emocional. Desafortunadamente, ninguna de estas habilidades se adquiere con los grados Universitarios. En realidad, es exactamente lo opuesto.
Así que si careces de estudios universitarios y has pensado toda la vida que tenías oportunidades limitadas, no solamente es esto falso, sino que es probable que, sin saberlo, goces del beneficio de no haber estado en la Universidad. Es probable que te mantengas inocente, aprendiendo cada día, pensando que el mundo está lleno de oportunidades, buscando emprender y no en emplearte y sabiendo a ciencia cierta que tienes en tus manos la llave a la libertad y a la prosperidad. Llave que ninguna Universidad ni ningún político te va a dar porque es tuya por esencia divina.

Tal vez, en pocos años, habremos acabado con este paradigma y con muchos otros, como el de que trabajar mucho da resultados, por ejemplo, y la tierra, con licenciados, ingenieros o sin ellos, sea un lugar mejor para habitar.

Aunque hay cientos de miles de personas exitosas sin un título universitario. Aquí les menciono algunos de mis emprendedores favoritos que hicieron fortunas sin contar con un título universitario.
Cuando a Larry Page se le ocurrió la idea de Google, tuvo que dejar la universidad para llevarla a cabo. Cuando Steve Jobs tuvo la idea de Apple, tuvo que dejar la universidad para llevarla a cabo.
Abraham Lincoln, abogado y presidente de los Estados Unidos de América. Concluyó un año de escolaridad, leyó a Blackstone por su cuenta para convertirse en abogado.
Coco Chanel, fundadora de la marca de moda Chanel
David Geffen, millonario fundador de Geffen Records y cofundador de DreamWorks. Abandonó la universidad después de un año.
Henry Ford, millonario fundador de Ford Motor Company. No asistió a la universidad.
Ingvar Kamprad, fundador de IKEA, uno de los hombres más ricos del mundo, padece dislexia.
John Mackey, fundador de Whole Foods  Se inscribió y dejó la universidad en 6 ocasiones.
Milton Hershey, fundador de Hershey’s Milk Chocolate. Sólo obtuvo educación hasta cuarto grado.
Ray Kroc, fundador de McDonald’s. Abandonó su educación en la secundaria.
Walt Disney, fundador de Walt Disney Company. Dejó la escuela a los 16 años.
Amadeo Peter Giannini, multimillonario fundador de Bank of America. Abandonó la secundaria.
Sir Richard Branson, fundador y CEO de Virgin Group, grupo de más de 360 empresas. Dejó la escuela a los 16.

Estos son sólo algunos de los emprendedores que han demostrado que el éxito no depende de los títulos o grados universitarios que se tengan, sino de la determinación, constancia y disciplina para seguir adelante y conseguir sus sueños.


Fuentes Erik Kikuchi

Francisco Cáceres