El objetivo de una reunión es
interactuar entre un grupo de personas; con el fin de alcanzar un compromiso
hacia un objetivo determinado, pudiendo ser éstos de diferente índole.
Se realizan con el fin de: Informar,
para resolver incidencias, para coordinar a los equipos; así como para el
seguimiento de la actividad y para analizar la puesta en marcha de estrategias.
El fin es que todo funcione a través de la toma de decisiones y los compromisos
adquiridos por las personas que intervienen en ellas.
A
veces se nos olvida y de ahí que muchas reuniones nazcan ya muertas…
Me
atrevo a decir, por mi propia experiencia, que algunas fracasan por como son
concebidas desde un principio y otras por la actitud de las personas que
intervienen en ellas.
Problemas
más habituales de concepción inicial:
·
Nos reunimos mucho más de lo que es
necesario. Incurrimos, además, en el error de alargarlas en exceso, lo que
produce mucha frustración ya que estamos ante la sensación de que perdemos un
valioso tiempo que podría estar empleado en algo más productivo, seguro.
·
No seleccionamos bien al público
objetivo que debe asistir: Quien no suma y aporta valor no debe ir.
·
Cometemos el error de incluir a
personas por una cuestión de rango, pensando en que le interesará. Quizá por querer
lucirnos; por el contrario, a veces, no les invitaríamos pero tememos
que se enfaden… Es un grave error: las reuniones son para “Hacer y avanzar” y
el tiempo de las personas es sagrado.
·
La falta de preparación… Asistimos a
reuniones porque nos llaman, pero a veces ni tan siquiera sabemos cuáles son
los temas a tratar ni el orden del día… Desconocemos qué debemos preparar
nosotros. La falta de dirección y procedimiento convierten un encuentro
necesario en algo completamente inútil dónde no se llega a acuerdos, ni a
compromisos.
·
La falta de puntualidad… Ahí están los
de siempre, jugando con el tiempo de los demás y con la productividad de la
empresa… Por no decir de aquellos que no solo llegan tarde sino que además no
tienen intención alguna de asistir.
Problemas
de actitud ante una Reunión:
Voy a tratar el tema en clave de humor,
aunque estoy seguro de que vais a reconocer a unos cuantos….
·
El Narcisista:
Enamorado de todo aquello que piensa y sale por su boca. Aquel que se cree en
posesión de la verdad más absoluta; que cree que tiene siempre razón porque
sabe más que nadie sobre el tema tratado; y, que cuando tú opinas, te mira por
encima del hombro pensando… “ya está éste tocando las narices de nuevo…
·
El Pasota:
Éste es el que siempre dice sí a todo… Su fin principal es que se acabe pronto
y su fin último es seguir con su jornada como si nada hubiera pasado. Para él,
seguir el rollo a los demás y después hacer lo que le da la gana, es su norma
·
El Cenizo:
Esas personas de talante negativo dispuestos a discrepar sobre todo, aunque no
haya un motivo de peso para hacerlo. Son los de: “los pero…” “esto no
funcionará” “otros han fracasado en el intento”.
·
El invisible: Está
pero intenta pasar desapercibido. Son los que, aunque se pusieran una bolsa en
la cabeza, nadie repararía en ellos. Solo escuchan, no se mojan con nada. Son
verdaderas momias incapaces de pronunciarse; pero que después alimentan los
cotilleos por los pasillos una vez acabada la reunión.
·
El “Monologuista” interminable:
Es el que, cuando empieza a hablar nunca sabes cuándo va a dejar de hacerlo. Un
monopolizador nato del tiempo; que no escucha y no se deja interrumpir porque
disfruta oyéndose a sí mismo, una y otra vez. Reiterando su discurso. Es de los
que te dicen eso de: ¿Me entiendes lo que te quiero decir? ¿Me he explicado
bien? Y aunque nadie le conteste o pregunte, vuelve a explicarlo.
·
El incendiario:
Esa persona que no conoce la gama de grises. Es, o todo blanco o todo negro.
Lleva todo a un nivel de exageración exacerbada. Es el que, cuando más
concentración y talante se necesita, prende la llama de la discordia.
·
El Dios:
Hacer no hace mucho, pero su prepotencia y autosuficiencia surca los mares. Es
el que te dice: “¡Ya imaginaba que no resultaría!” “Yo ya sabía que esto iba a
acabar así” “Yo ya os lo había advertido”.
·
El Cuerpo:
Esas personas que asisten pero que en ningún momento están. Me explicaré: son
aquellos que están pensando en otra cosa y que cuando les preguntas, te dicen:
“Lo siento, ¿me lo puedes repetir, otra vez?.
·
El Innovador inverso:
El que quiere explicar las ideas de los demás después de que ya han sido
expuestas. Aportar no aporta, pero hace unos “remembers” efecto “Déjà vú” ¡Que
son lo más!
¿Te has identificado en algún
momento?
¿Has visto a algún compañero retratado
en cualquier perfil?
Si es así te invito a reflexionar;
a hablarlo con ellos también, porque en esta vida todo se puede mejorar.
No sólo hay que estar si no aportar valor añadido.
Autora: Eva Collado Durán
http://www.evacolladoduran.com/2015/10/344/
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