"Guarde su teléfono" se ha convertido en una frase común que muchas veces ya ni se dice. A pesar de querer disfrutar el momento, en general hacemos todo lo que está en nuestra mano para hacer justo lo contrario.
Sacamos nuestros teléfonos para hacer fotos en medio de comidas familiares festivas y enviamos mensajes de texto o actualizamos nuestros perfiles de redes sociales en medio de una cita o mientras miramos una película.
Al mismo tiempo, a menudo nos vemos interrumpidos pasivamente por las notificaciones de correos electrónicos o llamadas telefónicas. Está claro que interactuar con nuestros smartphones afecta a nuestras experiencias.
¿Pueden nuestros teléfonos inteligentes afectarnos incluso cuando no estamos interactuando con ellos, simplemente al tenerlos cerca?
En investigaciones recientes, investigamos si el mero hecho de tener un smartphone propio en un lugar cercano podría influir en las capacidades cognitivas.
En dos experimentos de laboratorio, casi 800 personas completaron tareas diseñadas para medir su capacidad cognitiva. En una tarea, los participantes completaron problemas matemáticos simultáneamente y memorizaron letras al azar. Esto demuestra lo bien que pueden realizar un seguimiento de la información relevante cuando se involucran en una tarea cognitiva compleja.
En la segunda tarea, los participantes vieron un conjunto de imágenes que formaban un patrón incompleto y eligieron la imagen que mejor lo completaba. Esta prueba mide la "inteligencia fluida" o la capacidad de las personas para razonar y resolver problemas novedosos. El rendimiento en ambas pruebas se ve afectado por los recursos mentales disponibles de las personas.
Nuestra intervención fue simple: antes de completar estas tareas, les pedimos a los participantes que colocaran sus teléfonos frente a ellos (boca abajo en sus escritorios), que los guardasen en sus bolsillos o bolsos o que los dejaran en otra habitación. Es importante destacar que todos los teléfonos tenían apagadas las alertas de sonido y estaban sin vibración, así que los participantes no podían ser interrumpidos por las notificaciones.
Los resultados fueron sorprendentes: las personas que completaron estas tareas mientras sus teléfonos estaban en otra sala tuvieron el mejor rendimiento, seguidas de aquellos que dejaron sus teléfonos en sus bolsillos.
En último lugar estaban aquellos cuyos teléfonos estaban en sus escritorios. Vimos resultados similares cuando los teléfonos de los participantes estaban apagados: las personas se desenvolvían peor cuando sus teléfonos estaban cerca, y los que mejor desempeño tenían eran los que estaban lejos del dispositivo, en una habitación separada.
Por lo tanto, simplemente tener sus smartphones en el escritorio condujo a un pequeño, pero estadísticamente significativo, deterioro de la capacidad cognitiva de los individuos, similar a los efectos de la falta de sueño.
Esta capacidad cognitiva es fundamental para ayudarnos a aprender, razonar y desarrollar ideas creativas. De esta forma, incluso un pequeño efecto en la capacidad cognitiva puede tener un gran impacto, considerando los miles de millones de propietarios de teléfonos inteligentes que tienen sus dispositivos presentes en innumerables momentos de sus vidas.
Esto significa que en estos momentos, la simple presencia de nuestros teléfonos inteligentes puede afectar negativamente a nuestra capacidad de pensar y resolver problemas, incluso cuando no los estamos utilizando, cuando no los estamos mirando, cuando están boca abajo e incluso, cuando están apagados por completo.
¿Por qué los teléfonos inteligentes son tan molestos, incluso cuando no están vibrando o alertándonos con notificaciones?
Los costes de los smartphones están inextricablemente vinculados a sus beneficios. El inmenso valor que ofrecen los teléfonos inteligentes, como centros personales que nos conectan entre sí y con prácticamente todo el conocimiento colectivo del mundo, los ubica necesariamente como importantes y relevantes para numerosos aspectos de nuestra vida cotidiana.
La investigación en Psicología Cognitiva muestra que “los humanos aprenden a prestar atención automáticamente a las cosas que son habitualmente relevantes para ellos, incluso cuando se centran en una tarea diferente”.
Por ejemplo, incluso si participamos activamente en una conversación, giraremos la cabeza cuando alguien diga nuestro nombre al otro lado de la sala. De manera similar, los padres automáticamente reaccionan a la vista o el sonido del llanto de un bebé.
Nuestra investigación sugiere que, de alguna manera, la simple presencia de nuestros teléfonos inteligentes es como el sonido de nuestros nombres: constantemente nos llaman, ejerciendo una atracción gravitatoria sobre nuestra atención.
Si alguna vez ha sentido un "zumbido fantasma", está claro que usted sabe de lo que hablamos. Los intentos de bloquear o resistir esta atracción tienen un coste al perjudicar nuestras capacidades cognitivas. En un giro conmovedor, esto significa que cuando tenemos éxito en resistir el impulso de mirar nuestros smartphones, en realidad podemos estar minando nuestro propio rendimiento cognitivo.
¿A usted le afecta esto? Lo más probable es que sí.
Piense en la reunión o conferencia más reciente a la que haya asistido: ¿alguien tenía su smartphone sobre la mesa? Piense en la última vez que fue al cine, salió con amigos, leyó un libro o jugó a un juego: ¿estaba su smartphone cerca de usted?
En todos estos casos, el simple hecho de tener presente su teléfono inteligente puede haber perjudicado su funcionamiento cognitivo.
Nuestros datos también muestran que el impacto negativo de la presencia del smartphone es más pronunciado para las personas que ocupan un alto puesto en la métrica que captura la fuerza de conexión a sus teléfonos, es decir, aquellos que están de acuerdo con afirmaciones como: "Tendría problemas para pasar un día normal sin mi teléfono móvil"; y "Me resultaría difícil no usar mi teléfono móvil por un día".
En un mundo en el que la gente sigue dependiendo cada vez más de sus teléfonos, es lógico esperar que este efecto se convierta en realidad de forma más fuerte y más universal.
Está claro que no somos los primeros en tomar nota de los costes potenciales de los smartphones. Piense en la cantidad de muertes asociadas con conducir mientras se habla por teléfono o envía mensajes de texto o por enviar mensajes de texto mientras camina. Incluso escuchar el sonido de su teléfono mientras está ocupado haciendo otra cosa puede aumentar su ansiedad.
Saber que hemos perdido un mensaje de texto o una llamada nos lleva a deambular y esto puede afectar el rendimiento en tareas que requieren atención por largos periodos de tiempo y vulneran nuestro disfrute.
Más allá de estas consecuencias cognitivas y relacionadas con la salud, los smartphones pueden perjudicar nuestro funcionamiento social: tener su smartphone desconectado puede distraerlo durante las experiencias sociales y hacerlas menos placenteras.
Con todos estos costes en mente, sin embargo, debemos considerar el inmenso valor que ofrecen los teléfonos inteligentes.
En el transcurso de un día, puede usar su smartphone para comunicarse con amigos, familiares y compañeros de trabajo; ordenar productos online; conocer la previsión del tiempo; acciones comerciales; leer MBP; orientarse en un mapa y más.
Evidentemente, los smartphones aumentan nuestra eficiencia permitiéndonos ahorrar tiempo y dinero, conectándonos con los demás, facilitándonos ser más productivos y ayudándonos a entretenernos.
Entonces, ¿cómo resolvemos esta tensión entre los costes y beneficios de nuestros teléfonos inteligentes?
Los smartphones tienen distintos usos. Hay situaciones en las que nuestros teléfonos inteligentes brindan un valor clave, como cuando nos ayudan a contactar a alguien a quien intentamos encontrar o cuando los utilizamos para buscar información que nos puede ayudar a tomar mejores decisiones. Esos son buenos momentos para tener nuestros teléfonos cerca.
Pero, en lugar de que los teléfonos inteligentes se hagan cargo de nuestras vidas, debemos retomar las riendas: cuando nuestros smartphones no son estrictamente necesarios, y cuando estar cognitivamente accesible por completo es importante, dedicar un período de tiempo para guardarlos, en otra habitación, puede ser bastante valioso.
Con estos hallazgos en mente, los estudiantes, empleados y CEO pueden desear maximizar su productividad definiendo ventanas de tiempo durante las cuales planean separarse de sus teléfonos, permitiéndoles realizar tareas que requieren una reflexión más profunda.
Además, pedir a los empleados que no usen sus teléfonos durante las reuniones puede no ser suficiente. Nuestro trabajo sugiere que tener reuniones sin teléfonos presentes puede ser más efectivo, aumentando el enfoque, la función y la capacidad de encontrar soluciones creativas.
En términos más generales, todos podemos ser más hábiles y cognitivamente adeptos en nuestra vida cotidiana si simplemente nos alejamos de nuestros smartphones.
Con el apoyo de
Kristen Duke, Adrian Ward, Ayelet Gneezy , Maarten Bos
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