Cultivar relaciones
profundas es primordial para sentirse plenos, dice estudio de la universidad.
No es una decisión fácil. Y muchas veces las personas
pueden engañarse respecto de lo que es importante hacer para llevar una vida
que las haga felices.
Lo más frecuente es buscar el camino rápido: enfocarse en
ganar dinero, fama y poder. Pero los estudios realizados en diversos países
muestran que esta opción materialista no
da los resultados esperados. Por el contrario, una
vez que las personas ya tienen satisfechas sus necesidades básicas, aunque
ganen mucho más dinero o alcancen notoriedad, su felicidad no aumenta y, en
algunos casos, disminuye.
Uno de estos trabajos se ha convertido en un clásico. El llamado ‘Estudio
del desarrollo adulto’, que ha seguido por 78 años a más de 700 hombres, a los
que después se agregaron algunas esposas y ahora a los hijos, y que realiza la
Universidad de Harvard.
En este seguimiento se demostró que más importante que
los aspectos materiales, la clave para tener una vida feliz reside en las
relaciones que se cultivan, ya sea de pareja, de amistad o de familia.
Y lo primordial no es tanto la cantidad, si no la calidad
de estas relaciones. En estos vínculos, más allá de los altos y bajos, las
discusiones y las diferencias, lo crucial es sentir un respaldo y apoyo
incondicional por parte del otro. Algo que también se asocia a una salud
duradera y a un mayor bienestar de la persona.
Lazos constructivos
Hoy el estudio está a cargo de su cuarto director, el
doctor Robert Waldinger, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina
de Harvard, quien advierte que a pesar de que estos resultados se
han publicado en revistas académicas, “la mayor parte de la gente desconoce
estos hallazgos”.
Los estudios sobre felicidad han surgido desde fines de
los años 90, de la mano de la llamada psicología positiva. Al contrario de la
psicología tradicional que estudia el dolor y la anormalidad, esta disciplina
se dedica a investigar los factores que favorecen una vida feliz.
Martin Seligman es uno de sus pioneros. “Él plantea que ni el dinero ni la fama, ni
el atractivo físico ayudan en esto”, dice el psicólogo y profesor de la
Universidad Mayor, Rodrigo Brito. “Lo
importante es cultivar relaciones constructivas, que nos permiten crecer,
apoyándonos mutuamente con otros”, agrega.
“Las
personas más felices les dan más importancia a los aspectos más intrínsecos de
sus objetivos de vida, como son su relación con otras personas, con el ambiente
y la naturaleza”, sostiene Wenceslao Unanue, psicólogo y codirector del
diplomado en Felicidad Organizacional de la U. Adolfo Ibáñez.
“Desde el
punto de vista evolutivo es lógico que las relaciones cercanas hayan ayudado a
la especie humana a ser lo que es. Son las emociones positivas, como la
empatía, el cariño y el amor las que permiten lubricar las relaciones sociales
para una buena convivencia”, explica Claudio Ibáñez, psicólogo y director ejecutivo
del Instituto de Psicología Positiva. “La clave del éxito no es individual, sino
de grupo, y eso los chilenos sabemos que es importante para enfrentar tragedias
como los terremotos”, agrega.
Según Brito, “lo
que vemos es que la gente vive en una fiebre creciente de productividad,
rendimiento, de cómo ganar más plata y las relaciones se han ido haciendo más
instrumentales. Se ha descuidado el tiempo libre, las relaciones
interpersonales gratuitas y la disponibilidad hacia el otro”.
En el aspecto laboral, Unanue dice que predomina una
visión materialista. “Esto se traduce en
estar esperando que se termine luego la jornada, que me paguen lo más posible y
olvidarme del trabajo apenas salgo”, dice.
Ibáñez llama a no confundir las relaciones positivas y
constructivas, con relaciones ausentes de dificultades, de conflictos y de
discusiones, ya que esto último se ve en toda relación de pareja, de trabajo,
de escuela o en cualquier equipo humano. “Lo
que sí tiene que haber es un predominio claro y neto de las emociones positivas
por sobre las negativas. El saber que necesitamos al otro y que vamos a contar
con él”.
Por último Unanue destaca que, comparativamente, en el
ámbito de estas relaciones constructivas, los estudios muestran una diferencia
entre los países.
“Los
británicos, por ejemplo, dan mucha importancia a los vínculos con sus amigos”,
mientras que a los latinos les importa más sus relaciones familiares.
La edad influye en la felicidad
La época más feliz de las mujeres está entre los 15 y 39
años, mientras que los hombres se sienten más plenos después de los 55 años. Es
decir que “con el
paso de los años, son un poco más felices los hombres y menos felices las
mujeres” asegura Carlos Lemoine, investigador y presidente del
Centro Nacional de Consultoría, según el Barómetro Global de la Felicidad, Optimismo,
y Esperanza en la Economía del 2016.
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