¿Quieres una vida con mejores resultados?:
entonces Sonría, por favor.
A
veces sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo.
¿Qué tienen en
común un policía que te para por exceso de velocidad, un guardia de seguridad
de un campo de fútbol, o un portero de discoteca al que no le gusta la ropa que
Ud. lleva? Seguro que se le ocurren varias, pero una de las más probables es la
de que NINGUNO SONRÍE.
La ausencia de SONRISA es una de las mejores maneras para DISTANCIARSE EMOCIONALMENTE Y EJERCER LA AUTORIDAD, tantas veces anhelada por los cuerpos
de seguridad o por los gorilas de discoteca.
Sonreímos para agradar, más que para
exteriorizar nuestra felicidad...
Curiosamente y
en términos generales, las personas sonríen más cuando se involucran en
interacciones sociales que cuando experimentaban alegría. Los chimpancés usan
la SONRISA
VOLUNTARIA para desviar
el comportamiento hostil del jefe dominante, y para hacerse amigos de otros
monos o humanos. Los psicólogos lo confirman observando a los niños: Éstos
prefieren acercarse a los extraños que les sonríen.
Si la sonrisa
es un SALUDO UNIVERSAL CUYA FINALIDAD ES LA
DE AGRADAR. La falta de
sonrisas busca ATEMORIZAR O GENERAR DISTANCIAS y si no, piense en los policías y en
su frío saludo cuando le piden la documentación.
De pequeños, la
sonrisa de nuestros padres nos va dando seguridad en lo que hacemos. De adultos
cuando nos equivocamos o nos avergonzamos socialmente porque hemos dicho algo
incorrecto en plena exposición en público, SOLEMOS SONREÍR
PARA REBAJAR EL IMPACTO DE NUESTRO ERROR.
Y el hecho de
que nos devuelvan la sonrisa, es un
refuerzo positivo que necesitamos, en especial CUANDO ALGUIEN
TIENE PODER SOBRE NOSOTROS.
Una forma de
elevar abismos entre los empleados consiste en no sonreírles al verlos o al solicitarles alguna tarea. SI DESEA GENERAR MIEDO ENTRE SU GENTE, YA CONOCE LA
PRIMERA REGLA: NO SONRÍA.
Los asesores de
imagen recomiendan que cuando entres en un lugar público, lo hagas con una
sonrisa. Eso crea un clima de confianza que genera cercanía; y cuando la cercanía es mayor los
vínculos emocionales también son más fuertes, lo que da lugar a un contexto
de comunicación más positivo y agradable (y la comunicación lo es todo) que predispone a un mejor
entendimiento entre las partes y FACILITA QUE LAS RELACIONES FLUYAN.
Viviendo en
Bogotá cuando salía por las noches de mi oficina de regreso a casa paraba a
cenar en el mismo restaurante. Una noche, el dueño del local se me acercó para
agradecerme la confianza depositada en el restaurante. Entonces aproveche para
preguntarle el secreto del exquisito trato con el que el personal atendía a los
clientes:
– ¿Qué hace Vd.
para contratar estos camareros y que atiendan con tanta amabilidad y servicio,
le pregunte?
La respuesta
del encargado fue contundente:
– Yo no
contrato camareros... contrato gente que
sonría de manera natural y luminosa, y luego les enseño a hacer las mesas.
Esto debería
servir de ejemplo a muchas personas (especialmente
del sector servicios) que están cara a cara con el cliente y cuyo trato
deja bastante que desear. Hay camareros y camareras que cuando atienden parece
como que te están perdonando la vida. Buen recordatorio es la filosofía del Hotel Ritz. En una zona reservada para el personal, hay un
cartel que dice: «Sonría, es parte del
uniforme».
Podríamos poner
otros muchos ejemplos, como el eslogan de un conocido anuncio de televisión que
proclama: “Sonreír no pasa de moda”. Así es. No sólo no pasa de moda sino que
la sonrisa forma parte de la naturaleza humana:
Toda la gente
sonríe en el mismo lenguaje. La sonrisa no conoce fronteras, ni culturas, ni
razas, ni edades, ni estatus, ni sexo... La sonrisa nos conecta emocionalmente
a todos sin excepción, con independencia de la latitud en que nos encontremos.
Las personas pueden crear un ambiente alegre y lleno de
felicidad con el simple acto de sonreír. Sonreír provoca una carga electrónica
en el cerebro, que produce alegría y transmite este sentimiento a las personas
que miran a quién sonríe.
Sonreír es,
probablemente, el signo más evidente de
bienestar con uno mismo, con los demás, y con la vida en general. Si no
sabes sonreír es que no sabes vivir. La sonrisa es el idioma universal de los seres inteligentes.
Habitualmente
la persona que no sonríe es porque por
algún motivo no se siente a gusto consigo misma. ¿Cómo califica la prensa
la recuperación de algún personaje conocido después de alguna desgracia, ya sea
un accidente, una enfermedad, una ruptura matrimonial o el fallecimiento de un
familiar? Con estas palabras: “Vuelve a
sonreír”.
El poder de una sonrisa puede llegar a ser incalculable como escribe Frank
Irvin Fletcher en su famoso poema “El valor de la sonrisa“. Entre otras cosas,
dice:
·
Crea felicidad en el hogar,
·
Favorece el trato en las reuniones, y la cortesía entre
los amigos.
·
Elimina el cansancio.
·
Es amanecer del desánimo, crepúsculo de la tristeza, y el
mejor antídoto natural para los problemas.
Las desgracias
y los golpes de fortuna ejercen una influencia pasajera sobre el estado de
ánimo, que suele regresar a su nivel habitual, como muy tarde, al año del
fallecimiento de un familiar, de un premio en la lotería, de un salto
profesional… o a partir de una simple
sonrisa..!!
A pesar de todo
lo apuntado, la sonrisa, por desgracia,
no abunda todo lo que sería deseable. La falta de sonrisa comienza a ser
preocupante. Los rostros de las personas, que reflejan su alma, empiezan a
manifestar estados epidémicos de insatisfacción; son tristes, encorsetados y
asustados.
Debemos
promover el hecho de que la gente se
mire a los ojos y sonrían... Tratemos de fomentar el sonrising, (el deporte de sonreír), pues añade
enorme valor a las interacciones sociales como fuente de salud.
Evidentemente, LA SONRISA DEBE SER NATURAL, SINCERA y no forzada (el cinismo
está de moda), porque todo
lo que no lleva el sello de la autenticidad, suele estar condenado al fracaso.
Lo que triunfa
son LAS SONRISAS QUE NACEN DE LO HONDO DEL
CORAZÓN. Por ello, si
tiene que seleccionar personal para su negocio, sobre todo si es de cara al
público, busque personas que “sonrían
por vocación“.
Se puede
enseñar a sonreír, claro que sí, pero es mejor y más rápido rodearse de personas que lo hacen desde el
convencimiento. Como sentencia un proverbio chino: “La persona que no sabe sonreír no debe abrir tienda”.