Un mundo más complejo y competitivo exigirá UNA CAPACITACIÓN CONSTANTE y el DESARROLLO DE NUEVAS
HABILIDADES que permitan contribuir al desarrollo económico y social de los países.
Para esto, la educación debe ser entendida como un
compromiso continuo: ya no es una fase de preparación antes de ingresar al
mercado del trabajo, sino un proceso que dura toda la vida.
Para preparar a los jóvenes para los empleos
del futuro y mejorar el proceso educativo, es necesario generar
políticas y presupuestos claros, mejorar los datos disponibles para los
programas de aprendizaje y capacitación, y adaptar las instituciones para que
tomen en cuenta los intereses y necesidades de los jóvenes.
Ya sea a través de programas de voluntariado,
emprendimientos personales o capacitaciones participativas, los jóvenes se
pueden preparar . Sin embargo, se requiere de incentivos adecuados para
promover la participación de los sectores más vulnerables, a fin de reducir la
exclusión y la desigualdad.
Sí, para romper el
ciclo de la pobreza, es necesario invertir
en los jóvenes. Alentar y hacer realidad sus aspiraciones y proyectos,
brindándoles las posibilidades de capacitarse, participar y actuar en las más
diversas oportunidades, permitirá contar con el poder transformativo de la
juventud para lograr un mundo mejor.
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