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indicadores para reconocer a un empleado excepcional
No son
únicamente las habilidades profesionales ni la experiencia laboral lo que
configura el perfil que podríamos calificar como “empleado excepcional”: la
excepcionalidad va de la mano de una serie de
actitudes y rasgos de la personalidad capaces de marcar la diferencia.
Y ser capaz de detectar estos rasgos y actitudes resulta fundamental para un
jefe que quiera retener y premiar el talento en su compañía.
Y es que
una compañía en la que sus responsables no sean capaces de detectar quién está
comprometido con la misma o en la que no se muestra interés en premiar a quien
está dispuesto a asumir responsabilidades y hacer el esfuerzo extra (que puede llegar a separar el éxito del
fracaso) será en poco tiempo una empresa
fallida incapaz de atraer a trabajadores excepcionales (ni sencillamente buenos).
Por eso
resulta fundamental que seamos capaces
de reconocer los indicadores que señalan la presencia de gente excepcional en
las filas de nuestra empresa:
1. Solucionan lo que está roto
Para un
empleado excepcional, “lo hacemos de ese modo porque así se ha hecho siempre”
no es un argumento válido. Tanto si descubre un mueble roto como si se
encuentra de bruces con un procedimiento ineficiente, no se desentenderá para “que lo
arregle otro”.
Tampoco
se trata de que se eche a la espalda todos los problemas de la empresa, sino de
que no los dejen pasar y se preocupen de ponerlos en conocimiento de quien
puede hacer algo por solventarlos, sea un compañero o un superior.
2.
Son capaces de
anticiparse a las necesidades del equipo (y de ayudar a los
compañeros)
Un empleado
excepcional es capaz de “pensar en grande”
y anteponer los objetivos del equipo no ya sólo por encima de los individuales,
sino como un requisito para cumplir con estos últimos. Esto es, es alguien
capaz de pensar desde el “nosotros”.
Por ello,
se mostrará preocupado por el trabajo de todo el equipo, mostrándose dispuesto
a formar y auxiliar a los nuevos empleados (y,
en general, a todo aquel que lo necesite).
3.
Mantienen su ego
bajo control
Un
empleado excepcional supedita su ego al éxito del proyecto. No se trata de que
no busque reconocimiento (se trata de un
impulso tan legítimo como útil), sino de que impida que el ansia por
figurar repercuta negativamente en la empresa. Y, desde luego, estará siempre
dispuesto a dar su brazo a torcer cuando se le demuestre que no tiene razón.
Un
empleado así sabe que ser excepcional no es lo mismo que ser
perfecto, y será el primero en dar el paso de reconocer un error: no
hay mejor indicativo del potencial para mejorar que reconocer la necesidad de
hacerlo.
4.
Piensan a largo
plazo
La
excepcionalidad no la confiere una única acción. Si un empleado piensa eso (o, peor aún, si se le hace creer eso) lo
más probable es que se relaje y deje de exprimir su potencial. Un empleado
excepcional sabe que deberá seguir demostrando su valía más allá del éxito
inicial. Y no sólo eso: es bien consciente de que ninguna carrera de
éxito es constante, y está siempre preparado para lidiar con los baches.
5.
Son capaces de
lidiar con los conflictos
Un buen
empleado nunca buscará crear un conflicto, pero será capaz de manejar uno si la
situación lo requiere. Así, por ejemplo, nunca recurrirá al ataque personal como
medio para lograr sus fines, pero los resistirá con filosofía si lo que
está en juego es un objetivo importante para la empresa. En el día a día de la
compañía, le verás defender su postura con calma y firmeza.
6.
Saben mantenerse
a salvo de la gente tóxica
La gente
tóxica es una plaga extendida: no hay empresa ni organización, por bien estructurada
que se muestre, que no albergue a alguna persona tóxica agazapada.
Dentro de la empresa, probablemente el empleado excepcional sea su víctima
favorita, pero también será la persona mejor preparada para lidiar con esa
clase de “compañeros”.
Un buen
empleado logrará centrarse en las personas de su entorno que le permitan seguir
construyendo, evitará ser arrastrado al barro por los comentarios y acciones
negativas.
7.Preguntan
Parece
mentira que algo tan simple sea un indicativo de excepcionalidad, pero lo
cierto es que no son pocos los problemas de las organizaciones que tienen como
principal razón la negativa a preguntar.
Un buen
empleado sabe que una pregunta nunca será estúpida si evita tomar una decisión estúpida,
ni sentirá vergüenza a la hora de pedir aclaraciones. Tampoco tendrán problema
en preguntar algo cuya respuesta ya conocen si piensan que eso sirve para que
otro compañero esté mejor informado.
8.
Son capaces de
mantenerse concentrados en lo fundamental
En las
escuelas de pilotos se les suele dar un consejo a los aspirantes: “Cuando las cosas vayan mal, recuerda
mantener en el aire el avión”. Lo que podría parecer una perogrullada no lo
es en absoluto, puesto que más de un accidente ha ocurrido como consecuencia de
que la tripulación estaba más centrada en un imprevisto poco relevante mientras
se desatendían comprobaciones verdaderamente urgentes.
El buen empleado comprende
que los enfrentamientos dentro de la oficina o las quejas de clientes
malhumorados constituyen obstáculos, pero no dejan por ello de enfocarse en sus
responsabilidades y de ofrecer soluciones para sacarlas adelante.
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