Cuando una persona decide afrontar la
aventura de crear su negocio, no está libre de cometer errores. Por eso
queremos prevenirte contra los más habituales.
Los libros de gestión están llenos de listados de los grandes errores que
comete un emprendedor al empezar: un presupuesto equivocado, no definir el
público objetivo, elegir mal la forma jurídica, tener demasiada prisa por
obtener resultados, carecer de la
formación y la preparación adecuados, perder el entusiasmo…
Hay muchos otros pequeños fallos en el día a día que, si bien no
comprometen tu futuro, pueden entorpecer notablemente tu actividad e incluso
retrasar su inicio, llegando a ponerte en serios apuros. Muchos de ellos son de
sentido común, otros están motivados por la falta de previsión y la gran
mayoría tienen su origen en la inexperiencia lógica y, por qué no decirlo, en
la soberbia.
Si no quieres pagar la novatada, no te pierdas esta selección que hemos
preparado con los errores más tontos y, lamentablemente, más habituales.
No comprobar que tu producto tiene mercado.
Lo primero que tienes que hacer es validar que tu producto tiene salida
comercial, es decir, que aportas algo de valor y que te van a pagar por ello.
Siempre se parte de una idea, que es lo más fácil del proceso, lo difícil es la
implementación en el mercado.
Tú partes de unas hipótesis, que debes probar cuanto antes en una muestra
de potenciales clientes con un boceto, un muñeco, o algo que dé una idea
aproximada de lo que quieres hacer. Lo más importante es saber si lo que
quieres ofrecer tiene gente que pagaría por ello.
Cuidado con el plan de negocios
Es la piedra angular de todo proyecto que empieza, porque determinará la
hoja de ruta del negocio y, además, será la carta de presentación ante posibles
inversores, a la hora de pedir un préstamo o para buscar socios.
Pero muchos lo obvian. Su elaboración y redacción debe cuidarse al máximo
porque, más a menudo de los que pensamos, se cometen muchos errores que pueden
erosionar la puesta en marcha y la continuación de la empresa y dar al traste
con nuestros intentos de financiación externa.
En la elaboración y redacción del plan ten
cuidado de la ortografía y el estilo de redacción, comprueba la coherencia de
las cifras, define correctamente tu público objetivo, no subestimes el tamaño del
mercado, ten presente la importancia de la competencia, no ofrezcas
expectativas poco realistas, explica la política de ventas, considera bien los
canales de distribución. Si tienes dudas, mejor pide ayuda externa para la
elaboración, sobre todo para los cálculos contables.
Conocer todos los trámites, sus plazos, y la
tardanza de los trámites
Tan importante como conocer los trámites para empezar una actividad, es
saber cuáles son sus plazos, algo que a menudo olvidamos y luego se traduce en
demoras y retrasos, con su consiguiente perjuicio económico.
Para que te hagas una idea, a pesar de que ya
hay algunos avances, en el país abrir un
negocio requiere una media de 10 procedimientos (Superintendencia de Compañía,
SRI, Registro Mercantil, Cuenta Bancaria, Patentes, Permisos Sanitarios, etc,
etc) que se demoran en el tiempo una media de 60 días. Infórmate sobre ellos
bien con un asesor externo o con los numerosos portales especializados en
creación de empresas para evitarte sorpresas desagradables.
Abarcar demasiados objetivos
Uno de los errores más habituales en un emprendedor novato “es querer
abarcar demasiados objetivos y como consecuencia, dispersarse. Ese fue inicialmente nuestro caso: disparar a toda
oportunidad que se presentaba. Había dos estrategias posibles: tener una amplia
gama de productos para ver cuál funcionaba o un único producto bien definido y orientarlo al cliente. Optamos
por desarrollar PIDE, Programa Integral
de Desarrollo Empresarial, que eran varios cursos online destinados a la
formación de habilidades directivas, desde coaching para el bienestar hasta
gestión del estrés. La dispersión
hizo que nuestro esfuerzo fuera mayor y no teníamos recursos suficientes para
abordar con la calidad necesaria la oferta.
En efecto, una de las mayores tentaciones que tiene el emprendedor novato
es querer satisfacer todas las necesidades de sus clientes y eso puede meterlo
en una rueda peligrosa que le haga, por un lado, alejarse demasiado de lo que
es su modelo de negocio y, por otro, renunciar a la calidad en pro de la
cantidad.
Es necesario definir muy bien cuál es nuestro
producto y/o servicio, especializarse y focalizarse en él para realmente
adquirir la capacidad diferenciadora.
Este es el modelo de negocio...y punto.!!
Esta sería la otra cara de la moneda del error anterior. Obcecarse en el modelo de negocio que
has plasmado en tu plan de empresa, y no adaptarlo al mercado. Siempre, el plan
de negocio se monta sobre suposiciones y no sobre realidades, por eso es
necesario estar replanteándoselo continuamente para adaptarlo al día a día. El inmovilismo y la rigidez pueden ser tan peligrosos como la dispersión.
Para no caer ni en lo uno ni en lo otro, lo
mejor es estar muy encima de tu negocio.
¿Qué significa esto? Fundamentalmente, escuchar
lo que te piden los clientes, observar lo que se mueve en el mercado y
analizar bien si la estrategia que has planteado no funciona porque realmente
no atiende ninguna necesidad; en ese caso, debes desecharla inmediatamente o
analizar si lo que requiere es, simplemente, unos retoques.
Comenzar botando la casa por la ventana
Un fallo muy habitual entre los emprendedores
novatos es empezar pensando en grande: una lujosa oficina, el mejor
ordenador del mercado, un coche caro que da muy buena imagen… Cuidado!!. Aunque
dispongamos de un colchón para arrancar, es importante empezar con una gestión
eficiente de ahorro de costos. Vete
poco a poco.
Busca el local que mejor se adecúe a tus
necesidades por ubicación, tamaño y precio, pero no aspires a tener la mejor tienda de todo el barrio.
Empieza con fórmulas como el leasing o el renting para la mayor parte de los
activos mobiliarios. Y, por supuesto, no aspires a un gran sueldo para empezar. Pon el foco en obtener ganancias cuanto antes y trata de optimizar al máximo los gastos. Esta época de crisis económica es
muy buena para enseñarnos a funcionar con lo mínimo sin caer en lo superficial.
El emprendedor... todero
No seas ese emprendedor novato, que bien por ahorrar costes o por
autosuficiencia, pretende abarcarlo todo
él solo: desde el diseño de la página web hasta la gestión de los trámites,
pasando por la labor comercial y el desarrollo de producto. En este afán por
hacerlo todo uno mismo, se encuentra la razón de la mortandad de muchas pymes a
nivel mundial.
Existen numerosos recursos de gestión al alcance
de cualquier emprendedor que no suponen un costo excesivo y que, a cambio, le
permiten centrarse en lo esencial: el
valor añadido de su negocio. Es cierto que existen muchas herramientas
empresariales gratuitas en la Red, desde las que te permiten diseñar tu web,
hasta las que sustituyen a los asesores externos, tanto jurídicos como
contables. Cuidado!!. En algunos casos, pueden resultar interesantes, pero si a
cambio de ahorrar unos dólares vas a
ofrecer una imagen de escasa calidad,
el coste a medio/largo plazo será muy superior.
Reglas y condiciones claras en el matrimonio feliz
Sobre la conveniencia o no de ir acompañado en la aventura empresarial, hay
diferentes opiniones. Para algunos, dos
es siempre mejor que uno porque los inicios son duros y es bueno tener un
hombro en el que apoyarse, una mano a la que asirse cuando cunde el desánimo.
Para otros, sin embargo, es difícil que
todos los socios expongan y arriesguen en la misma medida y, como defiende
un experto en gestión comercial, “si el
negocio fracasa, el que expone más es el que paga los platos rotos. Así que
si tú destinas un dólar, haz que todos
los demás aporten lo mismo. Si no lo
hacen, no cedas, emprende tú solo”.
Si finalmente vas a emprender en compañía, es
necesario dejar muy claro, bien a través de un pacto de socios o de los
estatutos, qué ocurrirá con la sociedad
en caso de que haya desavenencias. Este es uno de los errores con peores consecuencias
para el futuro de la empresa. Tiene una razón lógica: cuando empiezas un
proyecto estás muy ilusionado y te llevas muy bien con la otra persona. Pero el
día a día, la lentitud con la que llegan los resultados y la ausencia de
perspectivas puede minar la voluntad del más entusiasta. Por eso es importante
reflejar por escrito todos los supuestos que regularán la relación de los
socios: el grado de implicación en el
trabajo, la cantidad que invierten y, fundamental, qué ocurre cuando uno de
los socios se quiere ir.
Dime con quién andas, y te diré quién...
Cuidado con el equipo del que te rodeas. Es importante seleccionar muy bien
a la gente que va a participar en tu proyecto o negocio: ha de ser gente preparada, comprometida y eficaz.
Tu negocio no es una ONG. Tu gente debe tener la
actitud y aptitud adecuadas para el puesto que va a desempeñar, es más,
preferiblemente rodéate de personas que sean mejores que tú en su parcela. Sólo
así podrás avanzar.
El exceso de confianza y la informalidad...acaba
el negocio
Si quieres ser emprendedor, debes estar atento a
cualquier señal de alerta que te indique un cambio de rumbo en la relación con algunos
clientes. En algunos casos tendrás que
saber decir ‘no’. Es una premisa fundamental para hacer frente a un cliente
moroso, al que te aprieta demasiado o al que te exige trabajos que se escapan
de tus competencias, al proveedor que te alarga las entregas intencionadamente,
al familiar que te pide favores... Existen clientes que durante algún tiempo no presentan
problemas, pero a partir de un momento determinado, empiezan a retrasarse con los pagos y a la vez que
aumentan el número de pedidos, se olvidan de la puntualidad, dejan de pagar y
terminan desapareciendo
No hay que dar nada por supuesto ni por cerrado
a no ser que lo tengamos por escrito
bien clarito. Incluso con los clientes habituales. Ten a mano hojas
de pedido que puedas adaptar a cada situación y no tengas reparo en pasárselas
a tu cliente para que te las firme o las
corrobore antes de la entrega.