Y cómo cambiar de actitud para no repetirlos
A la mayoría nos
gusta tener éxito en nuestras relaciones personales, sin embargo, la actitud es
definitiva para este propósito. De hecho, existen ciertos comportamientos que
si se reiteran pueden acabar alejando a las demás personas de nuestro entorno.
¿Cuáles son los más
habituales y qué podemos hacer para mejorar esas características en caso de que
las tengamos?
1. Tomarse las cosas
demasiado a pecho
Situaciones como cuando
un jefe reconoce el logro de un compañero y no el nuestro pueden herir nuestros
sentimientos, pero hay que aprender a relativizar estas 'pequeñas puñaladas al
ego' y a "no auto cuestionar nuestra
valía ni infravalorarnos".
Para afrontarlo hay que ser capaces de pensar
que no somos los mejores en todo. Solo así lograremos quitarnos
un gran peso de encima. Si siempre todos recurriesen a nosotros sería agotador,
además no podemos ser especialistas en todos los aspectos laborales y
personales. Hay personas que tienen ideas mejores que las nuestras en determinados
temas.
También debemos intentar no llevarnos todo al
terreno de lo personal porque no somos el ombligo del mundo.
Debemos intentar tener el control sobre nuestras emociones y no sobre
reaccionar frente a los acontecimientos cotidianos.
2. Ser celoso por naturaleza
“El monstruo de ojos
verdes” tampoco ayuda a crear un círculo sano de amistades. En el ámbito social
muchas veces los celos
se entienden como una muestra de que los demás nos importan, sin embargo, solo
hallaremos en ellos frustración y malestar. Generan
sentimientos de envidia, obsesión o control que de manera inconsciente e
involuntaria se manifiestan y proyectan a los demás, lo que puede hacer que
huyan de nosotros.
Para combatirlos
tenemos que aprender a valorar nuestras fortalezas y virtudes, así como las
cosas buenas que nos suceden. Hay que evitar compararse con los demás.
3. Necesitar constantes
halagos
La expresión “a quién le amarga un dulce” es
aplicable a cualquier halago o lisonja que recibimos de los que nos rodean.
Pero cuidado porque, si
nuestra autoestima depende de la validación constante por parte de los demás,
se volverá en nuestra contra. Ser adicto a los cumplidos,
también puede enturbiar sus amistades.
No es obligación de las personas que nos
rodean estar motivando y alimentando nuestro ego. Cada uno es único e irrepetible
y no tenemos por qué contentar en todo momento a todos, sino solo a nosotros
mismos.
Saber
querernos a nosotros mismos es la clave. Esto tampoco quiere decir que debamos
volvernos vanidosos o egocéntricos,
solo que seamos conscientes de que la forma en la que nos ven los demás tan
solo es una muestra de realidad que no siempre es acertada.
4. No aceptar críticas
constructivas
A nadie le satisface
que le resalten los fallos, pero de vez en cuando no está de más que nos los
recuerden. Sin embargo, no
debemos confundirlo con la actitud de aquellas personas que solo ven lo malo,
puesto que esto puede resultar negativo para el crecimiento personal.
Nadie en
el mundo es perfecto.
Reconocer nuestros defectos es una fortaleza que genera autoestima y nos ayuda
a poner en marcha mecanismos para superarlos.
El psicólogo afirma que,
si no aprendemos a aceptar los comentarios negativos, nunca intentaremos
superar y eliminar nuestros hándicaps.
También hace hincapié en tener una buena comunicación con los demás, puesto que
son los buenos amigos quienes nos ayudan a tener una visión más objetiva de
nuestro comportamiento y nos motivan a mejorarlo: "Es fundamental para el
éxito en las relaciones, así como para tener una visión sana sobre nosotros
mismos".
5. Ser una víctima constante
y ponerse siempre en lo peor.
Adquirir este papel
para dar lástima o generar compasión funcionará durante poco tiempo. Según el
experto hay una realidad, "todos queremos estar con personas alegres y
felices". Esto no quiere decir que nunca pueda compartir las malas rachas
o las cosas negativas con el entorno. No obstante, si abrazamos la negatividad
como filosofía y el victimismo como actitud ante la vida, huirán de nosotros
"como de la peste".
"Algunos solo pueden ver la parte
negativa de las cosas que les suceden o siempre se anticipan a lo que va a
pasar en el futuro, de manera que no les permite ser felices. Si por ellos
fuese, el mundo ya no existiría", explica el psicólogo.
Para evitarlo no podemos atribuir al exterior
o al destino todo lo malo que nos sucede, pues determinadas
variables están a nuestro alcance y debemos ser conscientes de que muchas de
las cosas que nos ocurren son consecuencia de nuestros pensamientos y acciones.
Solo una actitud positiva podrá ayudarnos y también hará que los demás confíen
en nosotros.
6. Ser muy sincero, aunque
nadie haya pedido opinión.
Diseminar nuestra
opinión sobre cualquier tema sin que nadie lo pida —por ejemplo, lo horroroso
que es el pantalón de su amigo o los pelos que lleva su compañero de trabajo—,
nos convertirán en seres odiosos.
Lo que se conoce como "no tener
filtro", que viene a ser realizar juicios gratuitos a diestro y siniestro,
puede dañar a los que nos rodean o hacerlos sentir incómodos. En general, hablar
de más no es una cualidad alabada socialmente, según el experto: "No se
puede decir lo primero que se nos pasa por la cabeza ni juzgar a las personas a
la ligera sin pensar en que podemos ofender", señala Fernández González.
Hay que aprender
a ser más prudente, respetuoso y empático, recomienda el
experto. También es bueno saber valorar las cualidades y capacidades de los
otros: "Mejor pecar de prudencia que de exceso en los juicios que emitimos
sobre los demás. No solo tenemos que estar pendientes de lo que decimos, sino
también de las formas que empleamos", aclara.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario