Confucio
Nos
pasamos el día tomando decisiones o al menos, intentándolo. Y es que tomar
decisiones, es una de las actividades de nuestra vida diaria que más nos
cuesta. ¿Por qué?...
Por
las consecuencias derivadas de las mismas. Cada
decisión lleva asociada una o varias consecuencias. Estas
pueden ser positivas o negativas y según tomemos uno u otro camino, así
transitaremos por la vida en el aspecto profesional y personal.
La
toma de decisiones es algo fundamental de nuestra vida y
puede desde ponernos nerviosos, cambiar nuestro humor, por supuesto que
“quitarnos el sueño”, hasta hacer que enfermemos.
Postergar
una decisión, dejarla para más adelante, darle mil y una vueltas, valorar por
encima de lo aconsejado e incluso, necesario, las posibles consecuencias pueden
perjudicarnos más que incluso, el hecho de equivocarnos al tomar la decisión.
Si
en una decisión tomamos el camino
“equivocado”, una vez tomada e incluso ejecutada, podemos reconducir la situación
tomando acción, pero, si no decidimos nada y todo se alarga en el tiempo, todo
es más complicado. La incertidumbre o estar en “el limbo” es peor que cometer
un error. Porque de todo en esta vida, se aprende y de los fracasos, de lo que
más.
¿Se aprende a tomar decisiones?
Tomar
decisiones, no es algo sencillo ni fácil. Hay, de forma innata o por educación,
a quien le cuesta menos y es muy ágil en la toma de decisiones. Por el
contrario, hay otras personas que también por personalidad o por lo aprendido,
cualquier mínima decisión como “qué
desayunar”, les cuesta un disgusto interno.
¡Sí,
aprender a tomar decisiones es algo que todos podemos lograr!!! Podemos conseguir hacerlo de forma ágil y, además, eficaz.
- Ágil porque no lo dilataremos…
- Eficaz porque conseguiremos acercarnos muchísimo (si no lo conseguimos siempre) a tomar la decisión más adecuada para cada caso.
Métodos hay muchos, y cada profesional que te pueda ayudar en este caso,
ya sea con formación o con acompañamiento, te dará unas pautas. Quizás no
tengas que ponerte fijamente a buscar “curso para aprender a tomar decisiones” sino que hay muchos métodos de trabajo que
actualmente están funcionando muy bien que te conducen hacia tomas de
decisiones efectivas. Es el caso de Lego
Serious Play, Lean, Scrum, etc.
Valiosas recomendaciones para
tomar decisiones acertadas
“Si no diseñas tu propio plan de vida,
es probable que te caigas en el plan de vida de otra persona. ¿Y adivina qué
han planeado para ti? No mucho.”
Jim Rohn
No se puede tomar una
decisión si no se tienen bien claras las opciones. Es como hacer un viaje y
elegir el camino ¿cómo lo vas a hacer si no sabes cuáles son las rutas
disponibles? Pues aquí, igual.
Escribe las opciones sobre las que
tendrás que decidir. Una tras otra.
Al escribirlas las verás más claras y
harás un primer filtro. Verás que algunas no son tan
interesantes o que, mirándolas con perspectiva, no te gustan ni aportan. Ahí
está la clave de hacer una lista porque también te va a ayudar a no olvidar
ninguna opción.
Evalúa cada opción
Una vez que ya has realizado la lista de
las opciones disponibles para ti y tu caso, es el momento de añadirles pros
y contras para que así, la decisión, esté basada en realidad y
sobre sustentos sólidos.
Tienes que poder detallarlas para así identificar
visualmente qué te ayuda más, qué te aporta más y qué te está restando. También
en esta evaluación debes incluir qué ocurrirá después de tomar la decisión,
como cambiará todo lo que está a tu alrededor y lo que implica tomar ese camino
en cuestión.
“Una vez tomas una decisión, el Universo
conspira
para hacer que suceda.”
Cuando ya tienes la
lista de las opciones disponibles y que consideras que son buenas para ti, a
cada una de ellas le has añadido sus pros y sus contras y tienes una visión más
general, es el momento de reducir posibilidades. Empieza a tachar,
literalmente, opciones.
Elimina aquellas que ya de primeras, ves
que no estarás cómodo con lo que ocurra después, con las que no te van a dar lo
que esperas o simplemente con esa que “te hace sentir algo raro”. Elimínalas y
lo más importante cuando quites alguna, no vuelvas hacia atrás porque si no,
será un camino eterno. Lo que se descarta, desaparece.
Así tu lista irá cada vez, teniendo
menos opciones y cuando el abanico es más pequeño, siempre es más fácil
elegir. No sé si te gusta, por ejemplo, pintar, pero a los que nos gusta,
cuando tenemos que comprar un nuevo color y nos sacan las paletas de colores
disponibles es un “auténtico calvario”, porque hay muchísimo donde elegir, nos
gustan todos y la decisión es sumamente difícil. Si de esas paletas eliminamos
los que ya tenemos, los que no nos sirven para lo que vamos a hacer y los que
por precio no encajan, la lista se reduce y la decisión empieza a ser más fácil.
Lo mismo te pasará a ti con tu listado. Si
tienes un listado eterno, te vas a abrumar solo de verlo, pero si vas
reduciendo opciones por un motivo u otro, todo será más fácil y ágil y tú te
sentirás más ligero… Este estado de ánimo a la hora de tomar una decisión
siempre ayuda.
“Llorar está bien mientras dura. Pero
tarde o temprano deberás detenerte,
y tendrás que decidir qué hacer.”
C. S. Lewis
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