Según un estudio de la
Asociación Americana de Management (AAM),
la mayoría de las personas, van a su jornada laboral con el mismo entusiasmo de
alguien que mira a la pared. Para ellos, las palabras «trabajo» y «mal necesario» son sinónimos. ¿Pero
es así como debería de ser?
Recientemente leímos un
artículo sobre un cajero de una tienda de comestibles llamado Fred. Comprar
artículos en la caja de Fred es una experiencia deslumbrante. Cuando alguien
compra comestibles en la caja registradora de Fred, se convierte en lo que
algunos observadores llaman «hora del
espectáculo».
El artículo informa que
Fred es «increíblemente rápido, siempre tiene una gran sonrisa e incluso baila (¡y algunas veces
canta!), a medida que acrobáticamente empaca las compras en
bolsas irrompibles. Lo que lo distingue es el entusiasmo que tiene por su trabajo. Todos tenemos cajeros experimentados que apenas contienen un bostezo
mientras escanean nuestras compras, pero la alegría contagiosa de Fred puede
transformar las experiencias de compras comunes en toda una aventura.
Hemos oído hablar de
otros trabajadores excepcionales que han
decidido transformar el trabajo ordinario en un
evento encantador. Me viene a la mente una mujer en uno de nuestros
hospitales locales. Ella saluda a los pacientes con cáncer cuando llegan a la
puerta de la clínica, preparados para un examen médico o un tratamiento de
quimioterapia. Con una sonrisa brillante y un saludo enérgico, esta recepción
busca cambiar el sombrío estado de ánimo de un paciente en optimismo y
expectativa.
Lamentablemente, estos
trabajadores son notables porque son muy escasos.
Podían cumplir metódicamente sus responsabilidades y nadie se quejaría, pero
han resuelto convertir su trabajo en experiencias felices,
elevando no solo su propio espíritu sino también el de todos los que conocen.
Para aquellos de
nosotros que seguimos a Jesucristo, esta también debe ser nuestra meta en el
lugar de trabajo, como lo indican estos versículos:
«Todo lo que hagan,
háganlo de buena gana, como si estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo y no a
la gente» Colosenses 3:23.
¿No sería maravilloso
si las personas estuvieran tan ansiosas y deseosas de comprarnos a nosotros como
lo están por pasar a la caja de Fred?
Master Source Robert Tamasy.
www.masterbusiness.com.ec
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