Durante
los 45 años que llevo de carrera profesional, he comprobado que lo más
importante para que un proyecto empresarial triunfe son las personas, es decir, el equipo que va a empujar para llevarlo
a buen fin.
Si
la idea es buena, un buen equipo podrá lograr que el proyecto funcione
bien pronto. Sin embargo si la idea inicial hay que modificarla porque no logra
funcionar, un buen equipo consigue enderezarla, y encaminarla hacia un proyecto
rentable.
“Como líder de Master Business, tengo por norma
invertir en
personas, no en proyectos”.
Si
confío en una persona porque ha demostrado ser un magnífico profesional y un
buen líder, estoy convencido de que el proyecto saldrá adelante. Las veces que
he invertido en un proyecto en vez de en la persona, la empresa no ha
sobrevivido.
El fundador de un proyecto es el
pegamento que atrae y une al equipo. Por tanto la cualidad más importante
que ha de tener el fundador es saberse
rodear de las personas adecuadas y liderarlas.
¿Qué es un líder?
Pensando
en los emprendedores y empresarios que he conocido a lo largo de mi
carrera profesional, he descubierto que, aquellos que triunfan con sus
empresas, son líderes empáticos, optimistas y perseverantes.
“Tener empatía con el equipo, les ayuda a
sentirse
animados, reconocidos y valorados”.
En
este artículo, voy a tratar principalmente de la importancia de la empatía. La empatía (lo mismo que la inteligencia emocional) es la habilidad para reconocer y
comprender los sentimientos y actitudes de las personas y actuar en
consecuencia.
“Un emprendedor con mucha
inteligencia emocional emana
positividad y
es capaz de crear
un gran equipo”.
Gran parte de ser un buen líder es comprender
las necesidades de su equipo. Un líder con una intuición y una inteligencia
emocional fuertes, puede sacar lo mejor de todos y aumentar el rendimiento
general.
A
veces, todo se reduce a saber
escuchar e interpretar. Tener empatía con el equipo, les ayuda
a sentirse animados, reconocidos y valorados. Eso es lo que hace felices
e implicadas a las personas. Saber “dar juego”. No hay más secretos.
“Ser un gran líder requiere la combinación correcta
de
emoción y fuerza”.
No
todo el mundo te va a gustar todo el tiempo. Quiero que la gente se sienta
cómoda. Quiero que la gente se sienta animada. Quiero que la gente haga un buen
trabajo…
Pero también quiero exigir que las
personas se superen y que den el máximo,
que aprendan, que aporten creatividad, que busquen por sí mismas respuestas.
Para
que la gente dé lo mejor de sí misma, es importante que no tenga
miedo
para proponer iniciativas. Eso tiene mucho valor. Y si la cosa no sale bien, no
pasa nada; debe ser capaz de reconocerlo, sin miedo, y buscar nuevas
soluciones.
“Como líderes de un equipo, si queremos
tener éxito, necesitamos una combinación de gran empatía y exigencia”.
Debemos
confiar en nuestro propio instinto. En algunos casos, eso puede
significar ser más sensibles emocionalmente, y está bien. Porque hagamos lo que
hagamos, no debemos cambiar lo que la naturaleza nos ha dado.
Debemos
encontrar la forma de hacer que nuestras propias características funcionen,
convirtiéndolas en fortalezas. Las personas, a veces, creemos que si somos muy
emocionales, pensarán que es una debilidad. ¡Sin embargo, puede ser una gran
fortaleza!
Una pequeña empresa, con medios
limitados, tiene que ir depurando su equipo para que las personas que se queden
sean las más talentosas y con mayor
capacidad de enfrentarse a las dificultades.
“Es duro despedir pero mi
experiencia me ha enseñado que hay que
saber
despedir
deprisa y contratar despacio”…
Ese
es uno de los momentos más duros para
cualquier emprendedor y empresario: despedir a personas que se ha portado bien con la empresa.
Incluso en esas ocasiones, se puede ser
empático y hacer que las personas que se
van se sientan valoradas y respetadas, sin restarles seguridad personal…Es
nuestra obligación como líderes. ¡Nunca olvidarán ese momento y puede ser para
ellas un gran aprendizaje y una motivación para su futuro profesional.
Como
conclusión: la empatía es vital para ser un buen líder.
Todo
el mundo puede ser empático y tener inteligencia emocional, aunque hay personas
a las que les sale de forma mucho más natural que a otras, pero sin duda, es
algo que se puede y se debe aprender.
Hay
que dejar de lado nuestro ego, lo que nos ayudará a ponernos en el
lugar del otro y a reconocer y comprender mejor los sentimientos de los demás.
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