viernes, 17 de julio de 2015

¿Cómo tratar a los clientes descontentos?



Nunca llueve a gusto de todos. Frase que se puede extrapolar a la perfección para el comercio. Da igual lo maravillosos que sean nuestros productos y la disposición habida para ofrecer el mejor servicio al cliente, ya que es inevitable algún cliente descontento. Y aunque es imposible gustar a todo el mundo, hay que cuidar desde el cliente más simpático hasta al cliente “quejica”.
Además, hay una máxima que dice “el cliente siempre lleva la razón”, y aunque no estoy cien por cien convencida de ella, lo cierto es que tenemos que solucionar el problema y no podemos entrar en discusiones polémicas. Por lo tanto, aunque tratar con clientes descontentos no es fácil, no llegaremos a buen puerto a través de la confrontación, por lo que tenemos que dar la vuelta a la situación para ver una oportunidad de éxito si sabemos encauzar el problema de la forma correcta.
Cómo tratar con un cliente insatisfecho
Quejas sobre un producto defectuoso, una mala experiencia que no cubrió sus necesidades, quejas sobre la atención al cliente, envíos fueras de plazos, críticas sobre precios… Los motivos por los cuales un cliente puede estar molesto pueden ser muy variopintos. ¿Qué podemos hacer para lidiar con ellos?
En primer lugar, debemos escuchar al cliente y ponernos en su situación. No nos tenemos que apresurar a buscar una solución hasta que no entendamos el problema que tiene.  Para ello, debemos escuchar con atención lo que nos dice intentando dominar la conversación, pero sin decir nada malo ni inadecuado.
No podemos perder las formas en ningún momento. Aunque un cliente nos esté hablando en un tono de voz elevado, no caigamos en ese error. Si vemos que nos falta el respeto, le paramos los pies pero bajo ningún concepto debemos entrar en las faltas de respeto. Ya sabes… las noticias siempre vuelan.
Durante la conversación, hay que dar confianza a la persona que escuchas. Mantener el contacto visual, responder a lo que diga, repetir a veces lo que se dice puede ayudar para que el cliente sienta que se le está haciendo caso.
Una vez se haya entendido el problema, hay que pedir disculpas, incluso aun pensando que tenemos la razón. Escuchar un “lamentamos si ha existido algún inconveniente” puede calmar, aunque lo perfecto sería un “lo lamentamos” y luego lanzarse a un “veremos cómo vamos a resolver esta situación”.
El paso siguiente es buscar una solución y darle alternativas. Aunque lo idóneo sería preparar a los empleados frente a quejas de cliente o problemas, no todas las situaciones son iguales y, por ende, los recursos tampoco.
Hay que diferenciar entra las soluciones que pueden satisfacer a los compradores entre las que merecen la pena a la empresa, para así poder dirigir la conversación a la más conveniente. Incluso si creemos que la empresa ha cometido un gran error, tendremos que pensar en compensarles si lo vemos oportuno.
En casos extremos y que no sepamos qué hacer, también podemos dejar que el cliente nos lleve a la solución que les haga felices y que no habíamos caído en ellos. Sea como fuere, hay que hacer lo posible por complacerlo.
Una vez decidido cómo se va arreglar el problema, habrá que hacer seguimiento del mismo. Una llamada a tiempo para ver qué tal van las cosas puede salvarnos de futuros descontentos y demostrar compromiso. Ellos agradecerán que alguien de la alta jerarquía o el mismo dueño de la empresa se tome el tiempo de levantar el teléfono y preocuparse por ellos.
Aprovecha para fidelizar al cliente
La gestión de las reclamaciones puede llegar a ser la clave para fidelizar a clientes. Pueden observar que no solo sabemos sacar partido a la cara buena de la moneda, sino que somos una empresa sería capaz de resolver de forma rápida un problema creando confianza en ellos.
No obstante, no debemos esperar a que el problema nos dé en la cara para reaccionar ante él. Debemos ser proactivos ya que muchas veces no hace falta que el cliente nos diga que están descontentos. ¡Se les puede notar hasta en la cara! Por ello, es vital ser críticos con nosotros mismos y adelantarnos con un plan para resolver cualquier incidencia.
Además, ahora analizar la satisfacción de nuestros clientes puede ser muy sencillo. Con herramientas como las redes sociales y los foros podemos ver que opinan ellos de nosotros. Es tan sencillo como buscar el nombre de tu empresa o marca en Twitter, o identificar los foros más cercanos a nuestro sector y mantenerlos vigilados.

Y por último, pero no menos importante, debemos aprender de los errores. El tratar con problemas incómodos debe suponer siempre una experiencia de aprendizaje. Recordemos que cada cliente que acude a nuestro negocio es único, por lo que tendremos que ponernos en sus zapatos más de una vez.

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