Daymond John, más conocido por ser uno de
los inversionistas del programa televisivo Shark Tank, de la cadena estadounidense ABC,
creció en Queens, Nueva York, como el hijo único de una madre soltera.
Solía
mirar fijamente uno de los principales símbolos
del éxito
y la ambición
enclavado en el paisaje urbano de Manhattan: el rascacielos Empire State. Hoy,
las oficinas de su compañía ocupan todo el piso 66 de ese referente
neoyorquino. "Soy un producto de
esta increíble, increíble ciudad", dice de Nueva York. "Me hizo fuerte, me curtió en mil
batallas".
Antes
de que Shark
Tank lo lanzara a la fama
internacional, John hizo su fortuna como el fundador, presidente y CEO de FUBU,
una marca de ropa urbana abanderada por los artistas de hip hop. Todo comenzó con la máquina de coser de su
madre y 40 dólares de capital inicial.
A
fines de los años ochenta, John sintió que el hip hop llegaría lejos. Las voces
de la comunidad afroamericana se hacían escuchar y comprendió que quería ser
parte del movimiento. "Ellos comenzaron a hablar sobre sus esperanzas, sus sueños, sus aspiraciones,
sus luchas interurbanas y en la comunidad. Y se comunicaban a través de esta música", recuerda.
El
empresario comenzó a diseñar camisetas que creyó atraerían a clientes urbanos,
jóvenes como él y sus amigos. Cosía las prendas en la noche, luego iba a los
platós donde se grababan los videos musicales y convencía a los raperos para
que vistieran sus creaciones en el rodaje. Durante el día, tenía un segundo
trabajo sirviendo mesas en Red Lobster.
"Regresaba a casa en la
noche, cosía las camisas, despertaba en la mañana y las entregaba, luego volvía
a Red
Lobster, porque tenía que ganar un jornal", dice. "Pero también quería perseguir este
sueño, así que tuve que renunciar a todo por él".
Al
final, su pequeño taller de costura se volvió un trabajo de tiempo completo.
Con 40 dólares y tres amigos fundó FUBU, un acrónimo de For Us By Us ('Para nosotros por nosotros'), que
crecería hasta llegar a ser una compañía de 6,000 millones de dólares.
Sentirse ‘especial’ no tiene precio
A
lo largo de su carrera, el empresario se ganó la reputación de ser un gurú del
branding, colaborando con las Kardashian, el rapero LL Cool J, Pit
Bull y el boxeador Lennox Lewis.
En
2015, el presidente Obama lo nombró como uno de los nueve embajadores
presidenciales del Global Entrepreneurship, el espíritu
emprendedor que John personifica.
"La
clave para tener éxito, creo, es que alguien, o muchas personas, te hagan
sentir especial",
dice. John agradece a su madre, que trabajaba como azafata de American
Airlines, por inculcarle un sentido de
la autoestima que lo impulsó en momentos difíciles.
"Tengo dislexia. No lo
supe hasta hace 10 años. Mamá nunca me
hizo sentir que eso fuera una tara. Ella sólo sabía que podía sobresalir en
matemáticas, en ciencias, y si yo tenía dificultades para leer... esfuérzate, esfuérzate más. Sigue
intentándolo",
explica.
¿El dinero importa?
Contra
el refrán popular que dice que el dinero atrae al dinero, John sostiene que la
falta de dinero puede estimular la creatividad, una teoría que expone en su
nuevo libro, The Power of Broke.
"Me di cuenta de que casi
siempre que he tenido un cierto grado de éxito, el dinero nunca jugó un
papel",
dice.
Su
filosofía empresarial acoge el fracaso como una parte esencial del proceso de
aprendizaje, algo que lo inspira a la hora de decidir en qué negocios invertirá
en Shark
Tank.
"Me gusta que me cuenten
los fracasos. Quiero saber que voy a trabajar con alguien que intentó esto,
esto y esto otro. No funcionó, pero
ahora sí funcionará porque yo no quiero que mi
dinero pague ese proceso de aprendizaje", dice.
"Y
cualquiera que conozca el espíritu empresarial, sabe que los empresarios no
sólo hilan éxito tras éxito tras éxito. Su
camino es más bien éxito-éxito-fracaso-éxito”.
Frederick M. Brown
No hay comentarios. :
Publicar un comentario