Travis
Bradberry,
autor de "Emotional intelligence 2.0", plantea que todos cometemos
errores, pero no todos somos capaces de aprender de ellos.
Muchas
personas repiten los mismos fallos una y otra vez, ven que las cosas no salen bien pero son incapaces de
averiguar la razón.
Cuando
nos equivocamos puede resultar duro admitirlo, porque si lo hacemos parece que
estamos atacando a nuestra propia autoestima. Esta tendencia puede convertirse
en un grave problema porque nuevas investigaciones han demostrado lo que el
sentido común nos decía: el reconocimiento y aceptación de los errores es la única forma de
evitar su repetición.
Investigadores
del Laboratorio de Psicofisiología Clínica de la Universidad Estatal de Michigan
han encontrado que las personas podemos adoptar dos tipos de reacciones ante
los errores:
a).- Rígidas. Son las que dicen, por
ejemplo: “Es inútil, nunca voy a ser bueno en esto”. Las consecuencias de esta
actitud es que van a seguir repitiendo el error al hacer todo lo posible para
ignorarlo.
b).-
Abiertas y de crecimiento.
Ante un error suelen decir: “¡Esto es un aviso¡ Tengo que averiguar qué hice
mal para no repetirlo”, con lo que consiguen evitarlos y mejorar.
Las
personas inteligentes no son inmunes a cometer fallos, pero utilizan técnicas
para aprender de sus errores para no volver a caer en ellos.
Los
principales errores que hay que evitar:
1.- Creer en alguien o en algo que es demasiado bueno para ser verdad.
Algunas
personas son tan carismáticas que puede resultar tentador creer en todo lo que
dicen. El resultado de seguirles ciegamente puede ser catastrófico. Las
personas inteligentes hacen preguntas bien fundamentadas antes de implicarse
porque son conscientes de que nadie, incluidas ellas, son tan buenas como
parecen.
2.- Hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.
Albert Einstein
mantenía
que era de locos hacer lo mismo y esperar un resultado distinto. Pero existen
muchas personas que siguen pensando que pueden conseguir que dos más dos sean
cinco.
Las
personas inteligentes, en cambio, sólo experimentan esta frustración en una
ocasión y saben que si quieren obtener un resultado distinto deben cambiar su
enfoque, aunque les resulte doloroso o complicado.
3.- No retrasar las gratificaciones.
Vivimos
en un mundo en el que todo es instantáneo. Las personas inteligentes son
conscientes de que la gratificación no aparece rápidamente y que el
trabajo duro viene antes que las recompensas. Saben cómo utilizar
este hecho para que les motive a lo largo del proceso para alcanzar la meta.
4.- Trabajar sin un presupuesto.
Ajustarnos a un presupuesto, personal
y profesionalmente, nos fuerza a hacer elecciones bien pensadas sobre lo que
queremos y necesitamos. Los presupuestos
establecen una disciplina y ésta es la base del trabajo de calidad.
5.- Alejarnos
de la visión global.
Si
nos centramos en trabajar dura y exclusivamente en lo que tenemos delante de
nosotros, podemos perder de vista la visión global. Las personas
inteligentes analizan diariamente sus prioridades para tomar las decisiones
adecuadas.
6.- No hacer “los deberes”.
Todos
hemos caído en ello en alguna ocasión y por ejemplo hemos acudido a una reunión importante sin
prepararla.
Las
personas inteligentes saben que aunque podemos tener suerte alguna vez este
enfoque puede evitar que alcancen su máximo potencial.
No
se arriesgan y entienden que no existe nada que sustituya a la diligencia y al trabajo duro,
y que si no hacen sus “deberes” nunca aprenderán nada.
7.- Tratar de ser alguien que no eres.
Puede
resultar tentador tratar de agradar a los demás siendo lo que ellos quieren que
seas, pero a nadie le gustan las imitaciones y tratar de ser quienes no somos
nunca puede acabar bien.
Las
personas inteligentes son conscientes de la importancia de la autenticidad para
alcanzar el éxito y la felicidad.
8.- Procurar agradar a todos.
Las
personas inteligentes saben que es imposible contentar a todo el mundo y que lo
único que se consigue es no agradar a nadie, por lo que toman las
decisiones que consideran correctas, no las que los demás quieren.
9.- Actuar como víctimas.
Hay
personas que intentan obtener ventajas haciéndose las víctimas. Las personas
inteligentes se dan cuenta de que esto es una forma de manipulación y que los
posibles beneficios se interrumpirán en el momento que los demás se den cuenta
de ello.
10.- Tratar de cambiar a los demás.
La única
forma en que éstos van a cambiar es si tienen el deseo de hacerlo.
Pero
resulta tentador intentar cambiar a alguien que no quiere hacerlo, como si
nuestras intenciones de que mejoren van a lograrlo, como lo han hecho en
nuestro caso. Algunas personas hasta llegan a seleccionar a personas con
problemas por el reto que suponen.
Las
personas inteligentes no cometen ese error más que una vez y procuran
rodearse de personas positivas y genuinas y tratan de evitar a las
problemáticas que pueden desanimarles.
Como
conclusión Bradberry plantea que las personas emocionalmente inteligentes
tienen éxito porque nunca dejan de aprender, tanto de sus aciertos como de sus fracasos
y siempre procuran cambiar para ser mejores.
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