¿Por qué ser un gran líder cuando se puede ser uno
temido o detestado?
Todo el mundo
habla de cómo ser el mejor líder. Todos aspiran a convertirse en líderes
respetados, comprensivos, flexibles, inspiradores, íntegros, expertos,
confiados… en fin, esas pseudocualidades que ensalzan los videos y charlas
motivacionales. ¿Pero,
por qué ser un gran líder cuando se puede ser uno temido u odiado?
La segunda opción suena mucho más divertida.
Los jefes odiosos
desincentivan la creatividad, los cambios y las ideas innovadoras; desmotivan a
los empleados, generan un ambiente
laboral tedioso, favorecen la incomunicación y la generación de
chismes. ¡Esas “moneditas
de oro” sí que saben
paralizar el crecimiento de un negocio!
Por supuesto, los pésimos jefes nunca pueden faltar en
una empresa. Así que, si quieres convertirte en uno, sigue al pie de la
letra estos tips:
1. Cárgales la mano de trabajo. Asegúrate de que
tus empleados tengan trabajo excesivo (pídeles que hagan incluso el que te
corresponde a ti). No importa si tienen que quedarse en la oficina hasta altas
horas de la noche varios días seguidos. Para eso están ahí. Y si no les gusta,
ahí está la puerta.
2. No los reconozcas. Aunque ellos hagan todo el
trabajo duro, llévate el mérito. Al final del día, si los logros se cumplen, es
gracias a ti. ¿Verdad? Nunca les digas lo bien que hacen su trabajo y mucho
menos los reconozcas en público.
3. Sé excluyente. Elige un par de
empleados favoritos y no tengas reparo en mostrar tu preferencia frente al
resto del equipo. Llévales regalos, invítalos a comer y pídeles que vayan a
eventos especiales. Mantén a los demás bajo la sombra del anonimato.
4. No te involucres. Mantente ajeno a las tareas y los procesos de tu equipo de trabajo. No
necesitas estar enterado de lo que hacen y del esfuerzo que requiere su labor;
simplemente exígeles que cumplan con los objetivos. ¿Cuándo has visto que los
monarcas se involucren en el trabajo de sus lacayos?
5. Mejor aún… ¡distráelos! ¿Ya te aburriste de contestar correos, limpiar tu escritorio, subir fotos
en Instagram y regar tus plantas? Ponte a ver videos de perros y gatos en
Facebook y pídeles a tus empleados que los vean contigo. Las risas compartidas
siempre son las mejores.
6. Sé engreído. Tú eres el experto, y tus
subordinados deben saberlo en todo momento. No te dirijas a ellos más que para
lo estrictamente necesario, y por supuesto, no comas nunca con ellos. Refuerza
tu posición de poder con comentarios como “por eso estoy en donde estoy”.
7. Sé condescendiente. Dado que tú eres superior,
dirígete a ellos como si fuesen tontos o no supieran lo que están haciendo. Eso
sí, siempre con mucha amabilidad. Diles “mira, Juanito, te voy a explicar cómo
funcionan las cosas en el mundo de las ventas” y cosas por el estilo.
8. Mantente eternamente ocupado. Ocúpate en mil
tareas y nunca tengas tiempo para asesorar, escuchar quejas o resolver
problemas. Tienes cosas más importantes que hacer, como asistir a desayunos o
responder correos. Mantén cerrada la puerta de tu oficina y coloca un
letrero que lea “no molestar”.
9. Sé rígido. La palabra
“flexibilidad” no debería estar en tu vocabulario. Si un empleado te pide
alargar un plazo de entrega, dile que no es posible. Establece objetivos
inalcanzables y diles a tus empleados que deben cumplirlos “sí o sí” (ah, esa
frase tan motivadora…).
10. Haz de la negatividad tu consigna. Critica todo lo
que se te ponga enfrente, y de preferencia, nunca estés de acuerdo con nada.
Mete cizaña, habla mal de tus empleados y de otros jefes o de los directivos de
la empresa. Divide
y vencerás, ¿no es ese el mantra del éxito?
Fuente Paulina
Santibáñez
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