Los empleados no buscan en sus jefes a sus mejores amigos, pero si esperan de ellos respeto, honestidad y tacto en las relaciones entre ambos. El que un alto porcentaje de líderes no haya desarrollado los requerimientos básicos para una relación saludable entre ambas partes los lleva a lastimar el amor propio de sus colaboradores, revela un estudio de DDI.
La consultora estadounidense
entrevistó a más de 1,200 empleados de 10 diferentes países con el propósito de
conocer las raíces de la persistente baja calificación que tiene los líderes en
la calidad y efectividad de su gestión. En ella encontró que seis de cada 10
jefes daña en ocasiones la autoestima de los trabajadores a su cargo.
Los hombres reportan más esta
situación que las mujeres (32% contra 17%). De hecho, 30% indica que su jefe no
mantiene la calma ni una actitud constructiva cuando discuten un problema. Por
ello, indica el estudio Lecciones de liderazgo desde la gente que importa, no
sorprende que los trabajadores prefieran pescar un resfriado, pagar impuestos o
recibir una multa de tránsito que tener una discusión por algún problema con su
jefe.
“No digo que mi jefe
está mal, pero….”
Peter Weaver y Simon Mitchell,
autores del estudio, señalan que la mejor forma de medir a los jefes es a
través de los empleados. A pesar de que se han hecho grandes inversiones para
desarrollar la calidad y efectividad del liderazgo, esta gestión se mantiene en
niveles “tercamente bajos”.
Para conocer de raíz las
causas de esta mala gestión, la consultora estadounidense hizo a los empleados
preguntas sobre la interacción diaria con sus jefes y que consideran que están
haciendo bien y qué están haciendo mal.
Como resultado, un tercio
(34%) respondió que su líder no es efectivo en su trabajo, lo que genera por
otro lado competencia por el puesto: 45% de los empleados considera que puede
ser más efectivo que su jefe y cinco de cada 10 dijo que busca el puesto de
éste.
Por otro lado, 37% respondió
que sólo a veces o nunca se sienten motivados por su jefe a dar lo mejor. Más
aún, dos de cada 10 dijo que dejó su trabajo anterior debido principalmente a
su jefe, mientras que 55% expuso que ha considerado dejar su empleo a causa de
su líder.
Escuchar debe ser el primer
paso para abordar cualquier problema, sin embargo sólo 35% de los empleados
consultados por DDI dijo que sus jefes escuchan sus inquietudes y seis de cada
10 consideró que éste no maneja los conflictos de manera efectiva.
Más aún, sólo cinco de cada 10 jefes involucra a los empleados en la
toma de decisiones que afectan directamente a estos y sólo 43% de los
entrevistados dijo que los jefes rara vez les explican esta toma de decisiones.
Algo preocupante que se cita
con frecuencia (34%) es que los jefes tienen favoritos, práctica que envenena
la moral de los equipos efectivos, los sabotea y desalienta a los empleados que
no son parte de este club pero que ponen su mejor esfuerzo.
Implicaciones
El estudio, que aborda otros
tópicos como el líder idea para un empleado, autogestión y delegar funciones,
concluye que los líderes deben poner atención a sus puntos ciegos, pero para
ello deben antes reconocerlos. Estudios previos de DDI, Pronósticos del
Liderazgo Global 2011 y Encontrando el primer escalón revelaron que ocho de
cada 10 jefes creen que sus habilidades de liderazgo son buenas o excelentes.
Un primer paso para corregir
esta situación es realizar un diagnóstico preciso sobre las fortalezas y áreas
de oportunidad del liderazgo, a través de la evaluación.
Por otro lado, los jefes
requieren de conversaciones de liderazgo efectivas, entre los miembros del
equipo, compañeros de trabajo, clientes y otros directamente involucrados. Las
conversaciones efectivas son reuniones de equipo, situaciones rutinarias de
coaching, revisiones formales de rendimiento, y son el pan y la mantequilla del
liderazgo.
Fuente: elempresario.mx
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