Sin
importar cuánto tiempo tenga una empresa o cuántas crisis haya sorteado, una
mala gestión puede dirigirla a la ruina en un dos por tres.
Las malas
decisiones tienen consecuencias terribles. No importa cuánto tiempo lleve una
empresa o la cantidad de crisis que haya logrado sortear, una gestión inadecuada
puede dirigirla a la ruina mucho más rápido de lo que piensas (aunque, acepto,
10 días es un poco exagerado). Si no quieres que tus sueños se derrumben debes
estar consciente de las cosas a evitar. Toma nota:
1. Pon a gente inadecuada en puestos importantes
¿Eres de los que
colocas a tus amigos como directores, subdirectores y gerentes? ¡Cuidado!
Además de ser algo poco ético, puede llevarte directo al fracaso. Evalúa con
sinceridad si las personas que están a cargo de las áreas clave de tu compañía
son realmente efectivas y trabajadoras; si no lo son, es momento de cambiarlas.
Ten mucho cuidado al elegir a aquellos que se encargarán de tomar decisiones y gestionar
gente, pues de ellos depende, en buena parte, que tu empresa
sea un éxito o se hunda en poco tiempo.
2. Gasta el dinero en cosas irrelevantes
No hay duda de que
el manejo incorrecto de las finanzas es una de las primeras razones por las que
un negocio fracasa…y los gastos excesivos e innecesarios pueden ser una cara
sentencia de muerte. ¿Compraste televisiones nuevas y tu personal no tiene
siquiera computadoras funcionales? ¿Pagaste miles de pesos por un nuevo
logotipo (que no necesitabas) y tu servicio al cliente sigue siendo terrible?
¿Gastaste cientos en viáticos para visitar clientes que de antemano sabías que
no te iban a comprar?
Un buen emprendedor debe ser un buen financiero, o al menos
alguien cuidadoso con el dinero. La falta de flujo de efectivo puede ser
sumamente peligrosa para un negocio, y más cuando está en sus inicios. 3.
3. Deja que la “juntitis” afecte la productividad
No es ningún
secreto: la productividad laboral en nuestro país no es alta. ¿Y cuánto tiempo
desperdicias en juntas sin sentido y sin resultados? Este “síndrome” es muy
común en las organizaciones, y pocos se ponen a pensar cómo afectan el ritmo de
trabajo. Si quieres que tu empresa genere resultados, debes tener procesos y medios de comunicación
eficientes que reduzcan al máximo las juntas presenciales.
Asimismo, procura que cuando te reúnas con tu equipo tengas metas bien
establecidas, un tiempo de duración definido y la selección correcta de los
asistentes.
4. Cae en la parálisis por análisis
¿Planeas y
planeas pero no ejecutas? ¡Tienes un problema muy grave! De nada sirve la
planeación si no es para actuar de manera contundente y definitiva. La
parálisis por análisis puede acabar con tu empresa antes de lo que imaginas.
Por un lado, tu competencia podría actuar mucho antes que tú, y, por otro,
generas un clima
de incertidumbre entre tu gente que no es nada positivo para su
productividad. No permitas que el exceso de información te paralice; actúa y
haz cambios sobre la marcha.
5. No tomes decisiones (aunque sean difíciles)
¿No quieres
despedir a un gerente porque lleva muchos años en la empresa? ¿Te da miedo
quitar un producto que no funciona? ¿Temes a los cambios de cultura y a la implementación de nuevas
estrategias? El directivo cobarde es uno de los más dañinos
para las organizaciones modernas. Este tipo de personas no se atreven a tomar
decisiones; sólo hablan y se quejan. Recuerda que ninguna decisión es
completamente buena ni completamente mala; lo que sí es fatal es la incapacidad
de tomar decisiones.
6. Rodéate de personas dañinas
Una empresa es su
gente. Si tu empresa está llena de individuos que no tienen valores y que están
dispuestos a dejar a un margen la ética por conseguir los resultados, te tengo
una noticia: tarde o temprano tu compañía se derrumbará. Fíjate muy bien en la
gente con la que trabajas, más allá de su currículum y de sus habilidades. Las
personas generosas y con ganas de trabajar son mucho más valiosas que aquellas
que sólo persiguen el dinero y el poder.
7. Desmotiva a la gente
De nuevo: lo más
valioso que tiene una empresa son las personas que trabajan para ella. Si eres
del tipo de directivo que promete y promete, pero nunca cumple, entonces es muy
probable que tu equipo tenga la moral baja. Además, si no pagas sueldos
competitivos, exiges de más, no das prestaciones y
continuamente les llamas la atención, lo más seguro es que su productividad
también sea deficiente. No te enfoques únicamente en los números, fíjate
también en las personas. Evalúa cuál es el clima laboral de tu organización; si
todo son quejas y malestares, es una señal casi segura de que vas directo al
fracaso.
8. No innoves
Hasta la compañía
más grande y exitosa puede caer si se mantiene estática. Ejemplos sobran: Kodak, Blockbuster, BlackBerry,
etc. Nunca (¡nunca!)
puedes “dormirte en tus laureles”. Si tu empresa es pequeña, aprovecha su
tamaño para probar,
innovar y hacer cambios. No limites la generación de ideas; por
el contrario, impulsa la creatividad y la experimentación. En el competido
mundo de negocios actual, la capacidad de innovación es elemental y es lo único
que te permitirá seguir siendo relevante en el mercado.
9. No escuches al mercado
¿Crees saber lo
que quieren tus clientes pero en realidad nunca escuchas lo que dicen?
¿Constantemente recibes informes sobre la situación del mercado pero aún no
haces algún cambio para adaptarte? Uy, uy, uy. Recuerda: sin clientes no hay negocio, y la mejor manera de encontrarlos y asegurarlos es escuchar con atención
lo que dicen de ti y de tus competidores (en
redes sociales, internet, tiendas, etc). Sólo así descubrirás áreas de
mejora y oportunidades de negocio.
10. No te involucres
Como CEO o
fundador de una empresa, tu presencia es esencial para que funcione y cumpla
con la visión que planteaste. No importa si tienes una organización totalmente
funcional, donde hayas delegado
las principales tareas y cada quien sepa lo que debe hacer (¡bien por ti si ya lo lograste!):
tienes que estar presente. Primero, para asegurarte que se vivan los valores y
la cultura empresarial sea la que soñaste; segundo, para evaluar a tu personal
y entender cuáles son sus deseos y frustraciones; y tercero, por tu bien como
emprendedor, nunca te alejes de tu proyecto
Fuente SoyEntrepreneur
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