domingo, 16 de abril de 2017

El adolescente emprendedor del que habla toda Italia: revendía bollos en su colegio

El exceso de iniciativa de Antonio, un chico de Turín, ha despertado una polémica en Italia que algunos no saben cómo interpretar

Como viene ocurriendo en muchos países, en la última reforma educativa en Italia, se hizo particular énfasis en una competencia nueva que debía ser fomentada entre los estudiantes de Secundaria y Bachillerato: se trata del "sentido de iniciativa y espíritu emprendedor". La aptitud se materializó en una asignatura que se puede cursar en cuarto curso de la ESO: Iniciación a la Actividad Emprendedora y Empresarial.

Con la crisis, todos hemos tomado conciencia de la importancia que tiene la economía y la iniciativa privada, pero ¿y si estuviéramos perdiendo el norte trasladando, de manera casi paranoica, semejante preocupación a niños y adolescentes?


...el chico, decidió establecer su pequeño negocio en el colegio...

Antonio, un adolescente de 17 años (tenía 16 cuando comenzó todo), decidió establecer su pequeño negocio en el instituto de educación secundaria donde estaba matriculado, el Itis Pininfarina, en la localidad de Moncalieri, provincia de Turín.

El chico encontró una curiosa manera de sacarse unos ahorros: antes de ir a clase, acudía a los supermercados más baratos de su pueblo y llenaba su mochila de bollos. Después traficaba, literalmente, con ellos vendiéndoselos a sus compañeros a un precio más barato que el del bar del centro y que el de las máquinas de 'vending'. El chico comparaba los precios de los supermercados para maximizar beneficios y tenía siempre en cuenta los gustos de sus consumidores
En poco tiempo, de despachar a unos pocos amigos, su negocio “ilegal” comenzó a crecer de manera desproporcionada, hasta que sus profesores se dieron cuenta y acabaron frenando su carrera como camello de pastelitos industriales.
Antonio fue expulsado durante 10 días. Esto ocurrió en el pasado curso escolar, pero en noviembre el joven emprendedor decidió que merecía la pena arriesgar de nuevo y retomar su modelo de negocio.
Sus compañeros de clase señalan que actuaba como un auténtico profesional: el chico comparaba todos los días los precios de los supermercados para maximizar beneficios y tenía siempre muy en cuenta los gustos de sus consumidores. En definitiva, todo un talento natural para el 'marketing', que se encontraba con un mercado potencial de 1.700 clientes constituido por el total del alumnado del centro.

El adolescente, sin embargo, olvidó un factor fundamental a tener en cuenta en cualquier actividad económica: el marco normativo.
"Este es un problema legal. La escuela, junto al saber, el conocimiento y las habilidades, debe enseñar a estos chicos a ser ciudadanos y, por consiguiente, a respetar las leyes", declara Stefano Fava, director del Itis Pininfarina, al diario 'La Repubblica'.
El asunto ha dado pie a toda una controversia ideológica:
¿Qué hay que hacer en este caso?, ¿premiar el talento del muchacho o castigarle?  ¿Incentivar o corregir?

En el lado de las recompensas, la Fundación Luigi Einaudi, cuya misión, según su página web, es la de promover el conocimiento y la difusión del pensamiento político liberal, ha otorgado a Antonio una beca para sostener su espíritu emprendedor. "El suyo es un ejemplo a seguir y no a perseguir, su historia nos ha impresionado y me parece que su ejemplo es un caso de sabiduría empresarial aplicada", ha declarado a 'La Repubblica' el abogado Giuseppe Benedetto, presidente de la fundación.
Varias manifestaciones de solidaridad se han posicionado a favor de Antonio. Le han llovido hasta las ofertas de trabajo. "No creo que esta sea una actividad ilegal. La han calificado como mercado negro, pero no es eso lo que hay que poner en evidencia en esta historia. Deseamos que se le dé la posibilidad de realizar sus sueños y que se le faciliten las condiciones para poner en valor su vocación. Me parece que tiene un auténtico talento emprendedor, por lo que he escuchado. Queremos hacer un gesto simbólico que pueda servir de estímulo a otras organizaciones que quieran ayudar a este chico: podría ser un pequeño apoyo económico a sus estudios o un empujón a su actividad emprendedora", añade Benedetto.
...¿Contrabando?, ¿Ilegal?, ¿Competencia desleal?...
A diferencia de la fundación romana, muchos otros se echan las manos a la cabeza ante la simpatía que ha despertado el caso. No hay duda de que vender productos a través de contrabando no sería jamás una actividad noble ni recompensada en el caso de un adulto, ¿por qué hay que premiar entonces este comportamiento en un menor?
Efectivamente, Antonio había creado un negocio, pero este se desarrollaba de manera desleal frente a sus competidores: el bar del instituto y la empresa encargada de las máquinas expendedoras, que no podían competir con él debido a los gastos y a los impuestos que tienen que pagar religiosamente y que no les permitían poner los bollos al precio a los que los vendía Antonio. Las mismas asociaciones que ven con simpatía el comportamiento del adolescente no lo apoyarían si, por ejemplo, cualquier adulto en las mismas condiciones se hubiera puesto a vender la mercancía de esta manera en la puerta del instituto.

Por otro lado, no hay que olvidar el problema para la salud pública que entraña el asunto: "No queremos frenar su vena emprendedora, pero tenemos que pensar en el bienestar y en la salud de nuestros estudiantes. No sabemos de dónde provienen estos bollos, ni si están caducados o se conservan en malas condiciones. ¿Y si nuestros alumnos hubieran comenzado a sentirse mal? Las familias me entregan a los muchachos sanos y esperan que se los devuelva en las mismas condiciones", apunta el director del instituto.

Antonio ha sido sancionado con una expulsión del colegio de 15 días en los que tendrá, además, que realizar una actividad de voluntariado para la asociación Terza Settimana, una ONG que se encarga de recoger los alimentos no vendidos en el Mercado General de Turín y distribuirlos después a las familias necesitadas, a los indigentes y a los servicios sociales de la capital del Piamonte.
En un artículo publicado en el 'Huffington Post', el docente Mariano Turigliatto afirma: "Normalmente funciona: los chicos (todos asegurados y acompañados) van los miércoles al Mercado General a recuperar toneladas de productos agrícolas, los llevan a la sede y después confeccionan los paquetes. Por último, parten, con la dirección en la mano, para llevarlos a las personas con problemas".
Como señala Turigliatto, el objetivo es “aprender cómo es la vida de verdad, y comprobar que es posible pasar, por un golpe de mala suerte, de tener una existencia cómoda a acabar incluso en la indigencia” (algo de lo que nunca se habla en las escuelas).
El padre de Antonio ha declarado: "Ni hablar. Mi hijo no va a ir. Este castigo tenía que haber sido acordado conmigo antes. Mandan a un niño a casas de personas que no se sabe ni quiénes son: podrían ser expresidiarios o exdrogadictos o mala gente. Mi hijo se queda en casa. El director se ha equivocado completamente".
Nuestras reflexiones:
1.   El niño NO traficaba con pasteles; los compraba en locales autorizados para ello, pagando TODOS los impuestos correspondientes.
 2.   En modo alguno es correcto que se le sancione por comprarles a sus AMIGOS cualquier artículo de venta legal, quedándose con una comisión por las molestias.  (Sus amigos NO necesitaban levantarse unos minutos antes, o hacer filas para ir a comprar pasteles antes de ir a clase).
3.   Los productos que les proveía a sus amigos habían pasado TODOS los controles de sanidad, por lo que NO atenta contra la salud pública.
 4.   Esto nunca hubiera podido hacerlo, si el concesionario de la tienda de la escuela no cobrara precios exorbitantes.
 5.   Estos negocios (las tiendas de las escuelas) imponen los precios que quieren, pues tienen lo que se llama: un público cautivo.  Aparte carecen de competencia.  Mucho más, ahora, que han sancionado al alumno.
 6.   Si fuera los padres del niño, reclamaría la sanción y demandaría al colegio, basado en los puntos anteriores.
¿Hay que estimular el ingenio de los jóvenes sin ninguna condición o también hay que poner límites a este impulso?
Sea como sea, el caso de Antonio está haciendo que Italia se pregunte hoy:
¿Qué imagen de emprendedor se desea transmitir realmente a los adolescentes?


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