El exceso de iniciativa de Antonio, un chico de
Turín, ha despertado una polémica en Italia que algunos no saben cómo
interpretar
Como viene ocurriendo en muchos
países, en la última reforma educativa en Italia, se hizo particular
énfasis en una competencia
nueva que debía ser fomentada entre los estudiantes de
Secundaria y Bachillerato: se trata del "sentido de iniciativa y espíritu
emprendedor". La aptitud se materializó en una asignatura que se puede
cursar en cuarto curso de la ESO: Iniciación a la Actividad Emprendedora y Empresarial.
Con la crisis, todos hemos tomado conciencia de la importancia que tiene la
economía y la iniciativa privada, pero ¿y si estuviéramos
perdiendo el norte trasladando, de
manera casi paranoica, semejante preocupación a niños y
adolescentes?
...el
chico, decidió establecer su pequeño negocio en el
colegio...
Antonio, un adolescente de 17
años (tenía 16 cuando comenzó todo),
decidió establecer su
pequeño negocio en el instituto de educación secundaria donde
estaba matriculado, el Itis Pininfarina, en la localidad de Moncalieri,
provincia de Turín.
El chico encontró una curiosa
manera de sacarse unos ahorros: antes de ir a clase, acudía a los supermercados
más baratos de su pueblo y llenaba
su mochila de bollos. Después traficaba, literalmente, con
ellos vendiéndoselos a sus compañeros a un precio más barato que el del bar del
centro y que el de las máquinas de
'vending'. El chico comparaba
los precios de los supermercados para maximizar beneficios y tenía siempre en cuenta los gustos de sus
consumidores
En poco tiempo, de despachar a unos pocos amigos, su
negocio “ilegal” comenzó a crecer
de manera desproporcionada, hasta que sus profesores se dieron
cuenta y acabaron frenando su carrera como camello
de pastelitos industriales.
Antonio fue expulsado durante 10 días. Esto ocurrió en el
pasado curso escolar, pero en noviembre el
joven emprendedor decidió que merecía la pena arriesgar de nuevo y
retomar su modelo de negocio.
Sus compañeros de clase señalan
que actuaba como un
auténtico profesional: el chico comparaba todos los días los precios de los supermercados para
maximizar beneficios y tenía siempre muy
en cuenta los gustos de sus consumidores. En definitiva, todo un talento
natural para el 'marketing', que se encontraba con un mercado potencial de
1.700 clientes constituido por el total del alumnado del centro.
El adolescente, sin embargo,
olvidó un factor fundamental a tener en cuenta en cualquier actividad
económica: el marco normativo.
"Este es un problema legal. La escuela, junto al
saber, el conocimiento y las habilidades, debe enseñar a estos chicos a ser
ciudadanos y, por consiguiente, a
respetar las leyes", declara Stefano
Fava, director del Itis Pininfarina, al diario 'La Repubblica'.
El asunto ha dado pie a toda una controversia ideológica:
¿Qué hay que
hacer en este caso?, ¿premiar el talento del muchacho o castigarle? ¿Incentivar o corregir?
En el lado de las recompensas, la Fundación Luigi Einaudi, cuya
misión, según su página web, es la de promover el conocimiento y la difusión
del pensamiento político liberal, ha otorgado a Antonio una beca para sostener su espíritu emprendedor.
"El suyo
es un ejemplo a seguir y no a perseguir, su historia nos ha impresionado y me
parece que su ejemplo es un caso de sabiduría empresarial aplicada",
ha declarado a 'La Repubblica' el abogado Giuseppe Benedetto, presidente de la
fundación.
Varias manifestaciones de solidaridad se han posicionado
a favor de Antonio. Le han llovido hasta las ofertas de trabajo. "No creo
que esta sea una actividad ilegal. La han calificado como mercado negro, pero
no es eso lo que hay que poner en evidencia en esta historia. Deseamos que se
le dé la posibilidad de realizar sus sueños y que se le faciliten las
condiciones para poner en valor su vocación. Me parece que tiene un auténtico
talento emprendedor, por lo que he escuchado. Queremos hacer un gesto simbólico
que pueda servir de estímulo a otras organizaciones que quieran ayudar a este
chico: podría ser un pequeño apoyo económico a sus estudios o un empujón a su
actividad emprendedora", añade Benedetto.
...¿Contrabando?, ¿Ilegal?, ¿Competencia
desleal?...
A diferencia de la fundación romana, muchos otros se
echan las manos a la cabeza ante la simpatía que ha despertado el caso. No hay
duda de que vender productos a través de contrabando
no sería jamás una actividad noble ni recompensada en el caso de un adulto,
¿por qué hay que premiar entonces este comportamiento en un menor?
Efectivamente, Antonio había
creado un negocio, pero este se desarrollaba de manera desleal frente a sus competidores:
el bar del instituto y la empresa encargada de las máquinas expendedoras, que
no podían competir con él debido a los gastos y a los impuestos que
tienen que pagar religiosamente y que no les permitían poner los bollos al
precio a los que los vendía Antonio. Las mismas asociaciones que ven con
simpatía el comportamiento del adolescente no lo apoyarían si, por ejemplo,
cualquier adulto en las mismas condiciones se hubiera puesto a vender la
mercancía de esta manera en la puerta del instituto.
Por otro lado, no hay que
olvidar el problema
para la salud pública que entraña el asunto: "No
queremos frenar su vena emprendedora, pero tenemos que pensar en el bienestar y
en la salud de nuestros estudiantes. No sabemos de dónde provienen estos
bollos, ni si están caducados o se conservan en malas condiciones. ¿Y si
nuestros alumnos hubieran comenzado a sentirse mal? Las familias me entregan a
los muchachos sanos y esperan que se los devuelva en las mismas
condiciones", apunta el director del instituto.
Antonio
ha sido sancionado con una expulsión del colegio de 15 días en los que tendrá, además, que realizar una actividad de
voluntariado para la asociación Terza Settimana, una ONG que se encarga de
recoger los alimentos no vendidos en el Mercado General de Turín y
distribuirlos después a las familias
necesitadas, a los indigentes y a los servicios sociales de la
capital del Piamonte.
En un artículo publicado en el 'Huffington Post', el docente Mariano Turigliatto
afirma: "Normalmente funciona: los
chicos (todos asegurados y acompañados) van los miércoles al Mercado General a
recuperar toneladas de productos agrícolas, los llevan a la sede y después
confeccionan los paquetes. Por último, parten, con la dirección en la mano,
para llevarlos a las personas con problemas".
Como señala Turigliatto, el objetivo es “aprender cómo
es la vida de verdad, y comprobar que es posible pasar, por un golpe de mala
suerte, de tener una existencia cómoda a acabar incluso en la indigencia”
(algo de lo que nunca se habla en las escuelas).
El padre de Antonio ha declarado:
"Ni
hablar. Mi hijo no va a ir. Este castigo tenía que haber sido acordado conmigo
antes. Mandan a un niño a casas de personas que no se sabe ni quiénes son:
podrían ser expresidiarios o exdrogadictos o mala gente. Mi hijo se queda en
casa. El director se ha equivocado completamente".
Nuestras reflexiones:
1.
El niño NO
traficaba con pasteles; los compraba en locales autorizados para ello, pagando
TODOS los impuestos correspondientes.
2.
En modo alguno es correcto
que se le sancione por comprarles a sus AMIGOS cualquier artículo de venta
legal, quedándose con una comisión por las molestias. (Sus amigos NO
necesitaban levantarse unos minutos antes, o hacer filas para ir a comprar
pasteles antes de ir a clase).
3.
Los productos que
les proveía a sus amigos habían pasado TODOS los controles de sanidad, por lo
que NO atenta contra la salud pública.
4.
Esto nunca hubiera
podido hacerlo, si el concesionario de la tienda de la escuela no cobrara
precios exorbitantes.
5.
Estos negocios (las tiendas de las escuelas) imponen los
precios que quieren, pues tienen lo que se llama: un público cautivo.
Aparte carecen de competencia. Mucho más, ahora, que han sancionado
al alumno.
6.
Si fuera los
padres del niño, reclamaría la sanción y demandaría al colegio, basado en los
puntos anteriores.
¿Hay que estimular
el ingenio de los jóvenes sin ninguna condición o también hay que poner límites
a este impulso?
Sea como sea, el caso de Antonio está haciendo que Italia
se pregunte hoy:
¿Qué imagen de emprendedor se desea
transmitir realmente a los adolescentes?
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