Se estima que
para el año 2021, SIETE MILLONES DE EMPLEOS SE
PERDERÁN DEFINITIVAMENTE POR LOS AVANCES TECNOLÓGICOS, en un mundo donde la población no
para de crecer. Esto nos plantea la siguiente interrogante:
¿Estamos empleando recursos en educar a futuros
desempleados?
Todos sabemos, que
los avances tecnológicos que están generando esta marea de cambio acelerado y
continuo en el mundo son: internet móvil, la tecnología de nube, aumento del poder de los
procesadores, big data, las energías alternativas, internet de las cosas,
economía colaborativa, robótica y transporte autónomo, inteligencia artificial,
avance de las manufacturas, impresión 3D, avances en los materiales,
biotecnología.
Además sabemos,
que está en auge EL TELETRABAJO, lo que nos hace pensar que EN EL FUTURO DESAPARECERÁ EL TRABAJO DE
OFICINA.
Dadas estas
olas tecnológicas disruptivas, los empleos más amenazados serán: los
administrativos y de oficina, producción y manufactura, construcción, y
extracción de energías fósiles.
Cabe que nos preguntemos, entonces:
¿tiene sentido seguir financiando aulas de clase e instituciones presenciales, SI
NI SIQUIERA EXISTIRÁN LUGARES DE TRABAJO PRESENCIALES?
¿Qué
debemos enseñar y que no enseñar?
La educación
del futuro no estará basada en la cantidad de conocimiento que la gente
acumule, porque éste se generará por segundo en un mundo dominado por el avance
tecnológico..
Los sistemas
educativos del futuro deberán ser capaces de ser estar disponibles para
cualquier persona, en cualquier momento y lugar de sus vidas. La educación del
futuro deberá apoyarse en las tecnologías de comunicación para LLEVAR EL APRENDIZAJE A TODAS PARTES Y
A TODAS LAS PERSONAS QUE SEA POSIBLE.
En cuanto a las
instituciones, deberán ser tan flexibles que den cabida a diferentes tipos de
personas. Por las razones mencionadas, la apertura educativa deberá ser del
todo incluyente, beneficiando tanto a personas con discapacidades como personas
que vivan en zonas de difícil acceso.
La educación
del futuro deberá ser forjadora de capacidades flexibles de aprendizaje
Por ende, el
mayor reto de la educación de los países latinoamericanos, será forjar APRENDIZAJE FLEXIBLE, considerando los tipos de inteligencia múltiples (Howard
Gartner), llevando el principio de
especialización a un nivel de detalle, que permita detectar el método apropiado a cada tipo de inteligencia,
desde la más temprana edad, y potenciando con los avances tecnológicos las
capacidades de cada quien.
De eso
dependerá el éxito de las personas y no la frustración de millones sometidos a un sistema
único que no respeta las diferencias.
¿Qué se
debe enseñar en un sistema educativo flexible?
En el futuro,
todos los sectores económicos tendrán que reinventarse. El avance tecnológico
acortará la vida útil de las habilidades de las personas, que se verán
obligadas a estudiar toda su vida, como propone el modelo educativo finlandés, el mejor
del mundo.
Lo que se debe
enseñar en un sistema educativo flexible debe estar enfocado a potenciar las
fuentes de felicidad de las personas, desarrollando habilidades
socio-emocionales que permitan que cada individuo encuentre su función óptima
en la sociedad, por lo tanto, la ORIENTACIÓN
VOCACIONAL debe
estar latente desde la educación primaria.
La educación
debe potenciar mentes creativas e innovadoras. Además debe ser formadora de
valores como actitud, responsabilidad, capacidad de colaboración, iniciativa,
persistencia, habilidades de resolución de problemas, autodisciplina y trabajo
en equipo.
Las habilidades
más demandadas entre el 2021 y el 2030 serán: resolución de problemas complejos,
pensamiento crítico, creatividad, gestión de personal, coordinación con otros
trabajadores, inteligencia emocional, juicio y toma de decisiones, orientación
al servicio, negociación y flexibilidad cognitiva.
Vale
preguntarse: ¿las instituciones educativas latinoamericanas están enseñando
esto?... Menudo reto.
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